Algunos sentados en la puerta de su casa colocan tablas y encima de ellas velas; otros prefieren hacer una hilera de faroles y hay quienes usan la cera derretida para pegarlas al piso. Ese día el cielo brilla más de lo común con la pólvora, que aunque está prohibida sigue quemándose en Navidad, y otros niños aún siguen encendiendo las ‘chispitas mariposa’. Se trata de la noche de las velitas.
En la mayoría de ciudades del país, excepto Barranquilla, las velas se encienden el 7 de diciembre, la celebración que se conmemora realmente es el 8 de diciembre, el día en que el papa Pío IX, en 1854, proclamó el dogma de la Inmaculada Concepción, según el cual María, madre de Jesús, concibió al niño Dios por obra y gracia del espíritu santo y sin pecado.
Cuando se trata de establecer la fecha exacta en que dicha celebración religiosa llegó al país, los años son menos precisos. Según el párroco Muñoz Bolívar, la fiesta toma más fuerza en Colombia entre 1860 y 1900.
Para los católicos, este día se da inicio oficial a la celebración de la Navidad. Es así, con faroles y velitas, que reconocen a Cristo, quien llega a iluminarles su existencia. Sin duda un acto de gran simbolismo, fe y alegría.
¿Qué tanto se mantiene la tradición religiosa?
A pesar de que esta tradición se mantiene, para el padre Julio César, la celebración ha perdido su carácter preparativo. “Para muchos creyentes y no creyentes, el encender la luz, no es acercamiento al misterio de Dios realizado en María, sino la ejecución de una mera tradición familiar y nacional. Negativamente, esta fiesta católica ha disminuido su centralidad de vigilia preparativa al dogma de la Inmaculada Concepción”, indica.
Y es que en gran parte del país, desde la media noche y hasta el amanecer del 8 de diciembre, las velitas son una excusa más para hacer una gran fiesta, con pólvora, comida, familia y amigos.
Además, el 8 de diciembre, los hogares católicos, como se hace en los días patrios, cuelgan una bandera blanca con celeste, que tiene la imagen de la virgen María, como expresión de saludo y reconocimiento. La bandera luce los colores tradicionales que representan la pureza de la madre de Jesús.
“Primeramente, este día festivo es la oportunidad para que las familias fortalezcan sus lazos de unión y amor en torno a la luz de Dios, aniquilando las tinieblas existenciales de la vida: la violencia, el odio, la infidelidad, el maltrato, la incomunicación, los vicios y el pecado. Pues de nada serviría encender un cirio, si no damos apertura para que Jesús, el hijo de Dios, llegue a iluminar nuestro corazón…”, afirma el párroco.
Así se prende el país
En los amplios frentes de las casas o sus andenes, cubiertas por faroles o cualquier medio que impida que la brisa marina apague las velas, los hogares de Barranquilla se preparan desde la media noche del 7 para encender sus velas y comenzar una extensa fiesta que va, según el aguante de cada persona, hasta el amanecer del siguiente día. Dos canciones compuestas por el barranquillero Adolfo Echeverría son las más escuchadas durante esta celebración: Las cuatro fiestas e Inmaculada.
En el caso de la capital del país, las puertas y ventanas también son decoradas con faroles, y el frío hace que la celebración se dé en la intimidad de cada hogar. Este año, la Alcaldía Distrital tiene preparadas diversas actividades culturales, como obras de teatro, entre el 7 y 8 de diciembre. Así mismo, el comercio aprovecha para extender sus horarios, iluminar sus establecimientos y aumentar por supuesto las ventas. El festejo más importante se da sin duda en el edificio más representativo de la ciudad, la Torre Colpatria, en donde se realiza un ‘show’ de luces.
La natilla y los buñuelos reemplazan el aborrajado y el pandebono en la sucursal del cielo. En Cali, las casas prestan sus andenes, ventanas o hasta árboles para colgar coloridos faroles, otros ponen velas y al son de un buen villancico y los estallidos de la pólvora se enciende la Navidad. Los más religiosos colocan altares de la Virgen, que también iluminan y disfrutan en familia esta fecha especial.
Sin lugar a dudas una de las ciudades del país en las que más se espera que llegue esta fecha es Medellín, en donde desde el 1 de diciembre hasta el 8 se hace una verdadera fiesta de luces, con el alumbrado público que se enciende en lugares tan representativos como el ‘pueblito paisa’; el Paseo del Río; Plaza Mayor, Parque de los Pies Descalzos, Teatro Metropolitano y en el edificio Inteligente.
Así mismo la Alcaldía de la ciudad tiene planeado para este año premiar la cuadra mejor decorada; ofrecer un concierto de Carlos Vives a los más pequeños; cine y hasta carrera de atletismo.
Y como si fuera poco, el 7 de diciembre también encienden las velitas y los más pequeños esperan con paciencia que la cera se derrita para fabricar bolas de esperma (parafina) y los más grandes practican La Candelada del Diablo, que consiste en poner cera en una tapa metálica, encenderla y tirarle gotas de agua para que salga fuego.
Pero una de las celebraciones más hermosas de Colombia se da en Villa de Leyva, en donde desde 1986, en el marco del día de las velitas, se celebra el Festival de las Luces, en el que polvoreros de la región y el resto del país compiten por realizar la mejor muestra de fuegos artificiales. Quien gane esta singular y colorida competencia es contratado para que haga estallar de nuevo el cielo, durante las festividades de la Virgen del Carmen del año siguiente.
En Ibagué
En el caso de la Ciudad Musical, las velitas siguen manteniendo un espíritu muy religioso. Algunos fieles católicos van a misa antes de encender sus velas; colocan una por cada familiar, por el que hacen una oración, y mientras la cera se derrite, ya sea en el andén, tabla o farol, se come buñuelo, natilla. Ese día todos se aprestan para llegar pronto a sus casas, por los que el caos vial también se ha vuelto tradición.
En algunos barrios de la ciudad, durante todo el día 7 de diciembre o incluso días antes, se reúnen para fabricar faroles en cartulina y con papel celofán de diversos colores, que permite que la llama de cada vela dé diversos destellos.
Cuando ya llega el 8, día festivo, algunos hogares se recogen en oración a la virgen, otros esperan hasta ese día para armar el pesebre y toda la ciudad prepara sus corazones para aceptar la divinidad de María y dar la bienvenida al mes más festivo del año, diciembre.
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