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Aunque la jornada pretendía impactar positivamente en las emisiones de Co2 al ambiente, promoviendo modelos alternativos y sostenibles de transporte en la ciudad, sin este inmenso parque automotor rodando por las principales calles de Ibagué, se develó el manto que dificultaba percatarse de varios de los problemas que nos aquejan como ciudad.
Obligados a bajarse del coche, por razón de los onerosos comparendos de hasta 15 SMLV que los ‘azules’ estaban dispuestos a imponer, muchos fueron los que tuvieron que movilizarse a pie o en bicicleta, conviviendo más de cerca con la crisis desborda de basura, producto de la mala disposición y manejo de las mismas; asunto al que la Secretaría de Ambiente y Gestión del Riesgo e Ibagué Limpia ya le habrían ‘puesto el ojo’ mediante un escrito a la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios o, de ser el caso, aplicando sanciones contra Interaseo.
En días de recolección de basuras, los desechos quedan esparcidos en el suelo.
“Es difícil caminar cuatro cuadras sin sentir el fétido olor de la basura. Supongo que, como uno se la pasa del trabajo a la casa y viceversa, no había sentido tanto el problema de basuras”, comentó un ciudadano.
Asimismo, quienes le apostaron a trasladarse hasta sus lugares de trabajo a través de medios que apenas contaminan, como la patineta eléctrica, la bicicleta o caminando, debieron padecer varios de los contratiempos propios del deterioro de la malla vía, ya sean estos desniveles en la carretera o huecos. A este respecto, sobre la carrera Quinta, donde funcionó la ciclorruta, se contempla la pavimentación de 13 kilómetros para solucionar esta peripecia.
Por otra parte, quienes optaron por utilizar el sistema de transporte público, también debieron sufrir su propia odisea, pues ante el aumento de usuarios, se hizo manifiesto el olvido en que permanecen los paraderos de la ciudad, un enclave fundamental para los pasajeros que hoy permanecen desgastados y vandalizados.
Los ciclistas también sufren el deterioro de la malla vial.
Sin embargo, el problema no toca fondo, pues el acceder a una buseta fue un trabajo más tortuoso de lo particular, toda vez que la demanda terminó superando con creces la oferta, lo que explica que muchos se vieran obligados a ‘embutirse’ en un vehículo que excedía su capacidad máxima.
“Adicionalmente, hay que decir que ante jornadas como esta, uno esperaría que la prestación del servicio fuera una que estuviera a la altura; sin embargo, hoy nos tocó lidiar a los pasajeros con un conductor grosero, que paraba cuando él quisiera, y no cuando el usuario se lo indicaba”, comentó Carlos, un ibaguereño.
Por último, no deja de preocupar la contaminación que produce la ‘ola amarilla’ y su impacto en la calidad del aire. Por lo anterior, marcas como BYD Colombia, instaron a los ibaguereños a implementar soluciones de movilidad eléctrica para transporte público y privado, las cuales son mucho más amigables con el medio ambiente.
Aunque promover el uso del transporte público es beneficioso para el ambiente, ello se complica por cuenta del deterioro de los paraderos.
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