Comunidad ‘impaciente’ por daño de alcantarillado en La Esmeralda

Crédito: Hélmer Parra / EL NUEVO DÍALos huecos sobre las vías también han ocasionado constantes caídas de motociclistas.
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A pesar de las obras que ejecutó la empresa de servicios públicos Ibal, en la realidad las obras contrastan con el malestar de los habitantes por cuenta de las aguas negras. Incluso, un habitante denunció haber estado enfermo de gravedad producto de la circunstancia que los asedia hace más de seis meses.
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Va un año de espera, y la comunidad de la urbanización La Esmeralda, en ‘linderos’ de la Ciudadela Simón Bolívar, todavía aguarda a que la Administración municipal concrete las obras dispuestas sobre el tramo vial ubicado sobre la manzana E del sector.

Las obras en la zona, se ejecutaron sobre el 29 de julio del año pasado, casi un año atrás, con el fin de ejecutar la modernización de la red de acueducto y alcantarillado en la zona, por parte de la empresa Ibal. 

No obstante, la comunidad del sector esperaba que las obras ejecutadas sobre la carrera 2a, vía principal de la Ciudadela Simón Bolívar, se ejecuten en su totalidad hasta la calle 100. Sin embargo, la intervención solo se extendió hasta la calle 103 del tramo vial.

Esta redacción dialogó con el presidente de la JAC, César Augusto Saray, y aseguró que desde hace un año no se han tomado mayores acciones frente al tramo pendiente hasta la calle 100. Conforme pasó el tiempo, la situación se volvió a agravar. 

 

Problema de salubridad

Con el pasar del tiempo, el deterioro sobre la vía empezó a dejarse entrever nuevamente sobre la carrera Segunda A. Sin embargo, la comunidad denunció que el Ibal dejó la obra a medias, hecho que aportó considerablemente en los daños sobre la vía.

Amanda Álvarez, habitante de La Esmeralda desde hace 25 años, indicó que la problemática viene de años atrás a razón de un daño estructural sobre la red de alcantarillado de la zona.

“Vinieron los de la Alcaldía, hicieron un convenio con la Junta de Acción Comunal, dijeron que iban a arreglar todo. Vinieron, arreglaron un tramo de unos 60 metros. ¿Qué pasó? Algunas casas son ‘bajitas’, y todas las aguas negras se están regresando por los sifones”, afirmó Álvarez.

Y complementó: “Hay niños, hay ancianos. El olor es insoportable, la calle se inunda con las aguas fétidas. Y el flujo constante de esos desperdicios, también contribuyó a que la calle se afectara, con múltiples huecos”. 

Como dato adicional, Amanda Álvarez trabaja en el tradicional y reconocido punto tamalero ‘Tamales Donde James Olaya’, marca del veterano exfutbolista del Deportes Tolima. Sin embargo, la afectación afectó considerablemente la dinámica comercial del establecimiento, al igual que la de los locales aledaños. 

“Hemos hablado con la gerente del Ibal, Erika Palma. Se han llevado cartas, derechos de petición, pero no ha pasado nada. No nos han respondido”, apuntó Álvarez.

El ‘agravante’ del caso, se da sobre la casa 17 de la manzana E, en donde una fuga constante de aguas negras, ‘brota’ desde el piso de un edificio, el cual en sus pisos posteriores alberga familias y dos locales en su primero piso, espacios comerciales que debieron cerrar ante la dificultad. 

“Yo vivo del sustento de mi negocio, ¿y qué va a querer la gente estar con estos olores tan horribles? Las aguas se devuelven por los baños, la estructura de las casas se está viendo afectada”, acotó la residente.

Para más ‘inri’, durante el recorrido de EL NUEVO DÍA sobre la zona, un jóven se encontraba desocupando una ferretería, la cual quedaba emplazada en proximidades de la fuga de aguas servidas. 

Según la comunidad, el joven se enfermó producto de los malos olores de la zona. “Estuve veinte días enfermo de hepatitis por esa fuga de aguas. La problemática se viene presentando desde hace un buen tiempo, se han dado señales y hemos insistido para que nos den soluciones y no llegar a este extremo”.

“Al punto en el que estamos, no sé cuántas veces tendremos que enfermarnos, para que atiendan la problemática. Estuve casi un mes en cama, incapacitado. Tuve hepatitis y como se presenta de transmisión leve, varias personas también se enfermaron de lo mismo”, aseguró Juan Serrano, el joven referenciado. 

Para mitigar los olores, los habitantes de la zona han recurrido a la quema de inciensos, pastillas de cloro sobre los charcos, y hasta encauzaron las aguas negras sobre parte del ‘tierrero’ de la vía para que las mismas terminen en una rejilla de alcantarillado próxima. 

Con los últimos veranos, los entrevistados aseguraron que las aguas fétidas terminaban inundando los huecos de la carrera Segunda A, hecho que comenzó a generar insoportable malestar durante los días de ‘espeso’ verano, hecho que disparó los malos olores.

 

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Credito
Redacción Ibagué / EL NUEVO DÍA

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