La mina de níquel de Cerromatoso, utilizada para producir industrialmente ferroníquel, in situ, insumo para la siderúrgica, tiene un curso creciente de lesión enorme a Colombia. En ella -de manera paulatina- se ha ido menoscabando el interés nacional para favorecer la ganancia privada extranjera.
En sus inicios, en 1982, el Estado tenía 45%, asociado con Billiton, 35%, y Hanna Mining, con 20%. Recursos públicos participaron en la inversión de 591 millones de dólares y en costos de aprendizaje y ajuste que, hasta 1990, causaron pérdidas.
En la medida que el proyecto fue madurando, se fue excluyendo al Estado. Cuando ya se producían más de 50 millones de libras anuales, en 1997, la parte oficial fue vendida a la Billiton que entonces quedó con el control del 70%. Dicha transacción fue una traición, al hacerse después de la firma del ignominioso e ilegítimo contrato 051/96, denunciado en la Comisión Quinta del Senado, que: 1) Prorroga la concesión hasta 2029 o 2044; 2) crea para ello dos títulos sobre el mismo terreno; y 3) obliga a la Nación a arrendar al concesionario, por un mísero 1,25% de las utilidades netas, las instalaciones, que deberían ser revertidas el 30 de septiembre de 2012. Billiton aseguró así un “negocio de burro amarrado” en una mina de bajo costo, que en su página Web presenta como activo propio, y sobre la cual la Agencia Geológica de Estados Unidos reitera una perspectiva de expansión. (Yearbook 2010).
Entre 2001 y 2010, el níquel subió de 4 centavos de dólar por libra hasta más de 25, decayó en 2008, y luego reaccionó entre 8 y 10. La producción creció de 60 millones de libras a 116 y permanece cercana a 90 para industrializar 50 mil toneladas de ferroníquel. En 2011, las exportaciones sumaron 826 millones de dólares, el margen neto 17,7% y las regalías apenas superaron 70 millones, aunque Billiton se queja de que “sólo podemos deducir 75 por ciento de los costos operativos”. Disfruta de la Confianza Inversionista y abusa de ella, por lo que tuvo que pagar extemporáneamente 19,5 millones de dólares de regalías no canceladas entre 2005 y 2008. Según Guillermo Rudas, la contabilidad “es bastante confusa y de baja confiabilidad”.
El debate sobre Cerromatoso está abierto. Si siguen las expoliaciones, si se aplica el 051, si se cumple la máxima de Mauricio Cárdenas, “hacer felices a los inversionistas”, que aquí son Fidelity Group, Goldman Sachs, Morgan Stanley, entre otros dueños de Billiton, dueña del 99% de Cerromatoso S. A.; o se cumple la Constitución, con el Estado como autoridad máxima de la explotación de los recursos naturales no renovables. ¿Se aprovechará la ocasión para -al menos- cimentar una soberana política pública minera?
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