La memorable fecha del 13 de noviembre ha venido taladrando nuestras mentes con la brutal saña de la naturaleza y el aumento paulatino de un año más de tragedia.
Durante estos 27 años, Armero se hace presente en las mentes de todos los tolimenses, en su dimensión plena y humana, pese a los aldabonazos de la desidia del Estado que convirtió su nombre en un día de ritual, de culto, de idolatría, de liturgia social.
¿Cómo indemnizar, entonces, a las víctimas después de veintisiete años de tragedia? ¿Cómo desagraviar a un pueblo por tantos años de errores por consecuencia?
Hoy con profundo regocijo y aliento quiero dirigirme especialmente a todas esas familias, que a sus maneras, se levantaron de los efectos del dolor, de la desolación y la desgracia y a todas esas familias que aún no han podido superar el trauma, para hacer público el Proyecto de Ley 130 de 2011 Cámara y 247 de 2012 Senado "por medio de la cual se rinde honores a la desaparecida ciudad de Armero (Tolima) y a sus víctimas, y se dictan otras disposiciones"; iniciativa legislativa proyectada como una apuesta institucional y humana, por cuanto es un justo homenaje a todas las víctimas de la avalancha provocada por el volcán Arenas del Nevado del Ruiz y dispone lo necesario para que Estado Colombiano redima la deuda social que tiene con los armeritas.
Reitero y subrayo mi regocijo porque a través de esta apuesta he prohijado el sueño de los armeritas, quienes gracias a su raigambre y gentilicio han sostenido, sin renunciar ni desfallecer, el anhelo de ver a su pueblo resurgir entre las cenizas y los escombros, para que éste vuelva a ser punta de lanza de toda una región. De hecho, cada una de sus disposiciones están dando de qué hablar, augurando ser hito en la historia que comienza para Armero.
En ese sentido, y dentro de este contexto, la fuerza mancomunada entre los armeritas y el apoyo de las entidades que han dado aportes a este proyecto, en sí mismas, reflejan un triunfo, un paso decisivo para dejar atrás una época de olvidos, de injusticia y de ignominia.
Gracias pueblo Armerita, por haberme permitido compilar cada parte de este sueño colectivo que ustedes labraron, durante un cuarto de siglo, en forma individual, frágil y silenciosa. Gracias por haber reservado para mí, en este punto de su historia, el privilegio de asentar mi impronta congresional.
De esta iniciativa, la cual les prometí el año pasado, me habría gustado decir en este momento que ya es ley de la República, pero no, aún no puedo, faltan los respectivos debates ante el Senado; sin embargo gracias a la bienaventuranza ya cuenta con tres ponencias favorables, el consenso del Ministerio de Hacienda y la anuencia del Gobierno.
Esta vocación colectiva ha permitido que esta iniciativa se proyecte como un reto en diferentes frentes que pondrán a prueba la capacidad organizativa y el compromiso político - social de las instancias públicas y privadas comprometidas: la comunidad armerita, la academia, la alcaldía de Armero Guayabal, la Gobernación del Tolima y la Asamblea Departamental, que enhorabuena cuenta con la doctora María Estella Vásquez Baracaldo, armerita, igualmente titular de una parte de este pueblo y de esta historia.
Con este sueño vuelto proyecto viable, se rompen las cadenas que durante veintisiete años marcaron la tragedia, y se dignifica la memoria de todo un pueblo, porque Armero deja de ser maldición para convertirse en podio de embate, contra toda inclemencia natural y humana
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