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Por primera vez el Eln asiste a conversaciones con un gobierno, durante el Gobierno de César Gaviria como parte de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar en las conversaciones de Caracas y Tlaxcala, pero más por solidaridad con sus aliados que por convicción. Va a ser a mediados de los 90’s cuando el Eln propone la llamada ‘Convención Nacional’, cuando incorpora la idea de conversaciones con los gobiernos como parte de su táctica, pero sin tomar una decisión definitiva de orden estratégico. En ese marco se firma el Pre-Acuerdo del Palacio de Viana en Madrid, con carácter reservado, que luego va a ser filtrado a los medios y en esa medida el Eln lo considerará como inválido.
Durante el Gobierno de Andrés Pastrana y luego de la reunión de ‘Puerta del Cielo’ en Alemania con un grupo de personas de la sociedad civil colombiana, no se logra concretar el inicio de un proceso de conversaciones, en parte porque la centralidad de las conversaciones del Gobierno Pastrana estaba en las Farc y el Eln, era una especie de ‘comodín’ cuando las conversaciones con Farc se enredaban. Algo similar se vivió durante el Gobierno de Juan Manuel Santos, donde la prioridad estaba localizada en las conversaciones con las Farc y el Eln era la segunda opción –a pesar de que allí se logró estructurar una agenda de conversaciones-, lo cual llevó al desenlace que conocemos.
Durante el Gobierno de Álvaro Uribe, después de la fallida mediación del Gobierno mexicano de Vicente Fox, se logró con el trabajo de Luis Carlos Restrepo como Alto Comisionado de Paz y de Francisco Galán como Vocero del Eln y la intervención del ‘grupo de garantes’ de Casa de Paz, que se diera inicio a unas rondas de conversaciones en La Habana que se prolongaron por cerca de dos años y que construyeron conjuntamente el ‘Pre-Acuerdo Base’ para iniciar un proceso formal de conversaciones.
Desafortunadamente diversos factores impidieron que se avanzara, pero también fue evidente algo que el Eln termina sin definir, la decisión estratégica de hacer el tránsito de la guerra a la paz, sin lo cual cualquier intento de conversaciones no parece tener mucho futuro.
Hoy día pareciera estarse en una ‘sin salida’; pero el clamor de regiones como las de la Costa Pacífica, donde el liderazgo regional, con el acompañamiento de la Iglesia Católica, plantean la posibilidad de un ‘Acuerdo Humanitario’ que alivie las condiciones cotidianas de las comunidades de esa región, podría ser una puerta de entrada al tema. Esto requeriría una clara decisión del Eln de comprometerse unilateralmente a un cese de actividades armadas, y el cese del secuestro y del reclutamiento de menores como las bases mínimas del mismo.
Si el Eln estuviera dispuesto a hacerlo en esa región, podría explorarse la vinculación al mismo de otros actores armados ilegales de la región y una eventual respuesta de reciprocidad del Gobierno, en términos del actuar de la Fuerza Pública que creara un entorno de mejora de las condiciones humanitarias para las comunidades de esta región. Y esa podría ser la puerta de entrada a nuevas y definitivas conversaciones de paz con el Gobierno.
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