La dinámica económica en términos de creación de puestos de trabajo, industria y generación de valor es cada vez más compleja en el país. Los empresarios con tradición y experiencia mantienen literalmente con el agua al cuello, sorteando cada vez más dificultades impositivas, laborales y perviven enfrentados al vaivén de las distorsiones de los mercados externos y la competencia desleal; por su parte, los nuevos emprendedores experimentan toda clase de angustias para crear, poner en marcha y posicionar su espacio laboral.
Por ejemplo, Colombia sigue estando entre los cuatro países de Latinoamérica con el servicio de energía más costoso, en más de un 50% frente a Estados Unidos y Perú, y superior en un 30% frente a Ecuador y México. Comparado con el mercado asiático mientras el kilovatio hora representa un costo/producción en nuestro país de 0.18%, en China es de 0.08% y en Bangladesh del 0.02%. Ni qué hablar del atraso en materia de servicios públicos, especialmente acueductos y alcantarillado en los municipios que son, cuando existen, bastante ineficientes.
En materia de logística y transporte, el avance no es el adecuado, pues la Nación nunca desarrolló su potencial férreo ni el fluvial, en tanto que buena parte de las empresas transportadoras se siguen moviendo en la informalidad. Las vías 4G se construyen a paso lento y hoy están inmersas en escándalos de corrupción que involucran a las esferas más influyentes del Estado; la desconfianza y la corrupción reinan en este sector. Un escenario más lamentable está en el campo, en donde, para el caso del Tolima, se requiere la intervención en un 99% de las vías terciarias.
El sistema tributario sigue siendo uno de los factores más desestabilizadores para la competitividad. Impuestos como el IVA, Renta, ICA, Predial, los peajes, mantienen un ascenso sostenido, lo que golpea directamente valores como la equidad, la progresividad y la eficiencia de compañías y nuevas firmas. No hay un estatuto tributario y tanto desde el orden central como local el cometido es gravar a los contribuyentes para sostener las obras del gobernante de turno y la burocracia del Estado.
Lo acontecido el pasado miércoles con la tabacalera Philip Morris, propietaria de Coltabaco, que anunció el cierre de sus fábricas en Medellín y Barranquilla, expresa muy bien las consecuencias de las distorsiones sufridas por el contrabando y especialmente por la presión de los gravámenes a los cigarrillos y que se podría trasladar a los licores. Como Nación es evidente que no hemos encontrado la ruta para atacar la evasión ni el contrabando.
Otro factor que dificulta la misión de generar valor humano está relacionado con la carencia absoluta de sensibilidad gremial y gubernamental para proteger los empresarios y agricultores nacionales de los mecanismos arancelarios y subsidios que aplican otras naciones en defensa legítima de sus aparatos productivos. Algunos se amparan en la competitividad para ejercer su labor de ‘vendepatrias’.
Dentro del paquete de deficiencias podríamos hablar de aquellas que tiene el país en materia de conectividad, en donde millones de colombianos no cuentan aún con acceso pleno a las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC). También, el crédito, para cualquier actividad económica, parece ser un golpe de suerte para quienes lo obtienen, a pesar de que se tenga que empeñar el trabajo para garantizar el pago del mismo a altas tasas de interés.
Regresivo resulta también un sistema educativo desde el nivel básico, técnico y hasta el superior que no cuenta con las inversiones necesarias para dar un salto cualitativo para situarse en el siglo XXI. Los nuevos profesionales no salen preparados para enfrentar la realidad de las empresas ni de la sociedad en sus diferentes campos. Igualmente, la mejor EPS sigue siendo cuidar al máximo la salud para no enfermar.
El panorama es poco halagador, pero hay que seguir superando los retos de nuestra sociedad, razón por la cual el llamado a los ciudadanos en octubre es a votar responsablemente por los candidatos que conozcan el contexto económico y fiscal de los entes territoriales y se comprometan dentro de sus planes de desarrollo con el empleo, la creación de empresas y a superar de alguna u otra manera las deficiencias de cada territorio, pero sobre todo, que tengan una enorme capacidad de gestión, de diálogo, de sinceridad, de concertación, de compromiso social, de inclusión, y especialmente que sus propuestas partan de la dura realidad y no de variopintas ilusiones, y cuyo enfoque sea trabajar por la competitividad del país y sus regiones.
Senador
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