El mundo experimenta un bombardeo constante de cambios sociales, políticos, económicos, culturales, ambientales e influencia de redes y desinformación sin precedentes en su historia. También, existe una verdadera crisis sustentada en la ingobernabilidad y la inequidad.
Como botón de muestra, la inviabilidad política ha estado a la orden del día en Italia, España, Israel y Reino Unido (Brexit), cuya conformación de sus gobiernos y ponerse de acuerdo en el manejo de sus reformas son auténticos galimatías. Las protestas también ocupan primeras páginas de los medios de comunicación como los ‘chalecos amarillos’ en Francia y la oposición de los libertarios de Hong Kong en contra del régimen chino.
En medio de este panorama se encuentra Latinoamérica, en donde los diferentes segmentos sociales sienten que han vivido en medio de la inequidad social y con cada vez más pesadas e insoportables cargas económicas. La corrupción política del establecimiento, la profundización del modelo neoliberal y la irresponsabilidad gubernamental de las izquierdas en el poder son factores que mantienen en jaque la democracia.
Los casos más preocupantes siguen siendo Venezuela, Ecuador y Bolivia, cuyas políticas de subsidios terminaron por averiar sus aparatos productivos. Por su parte, Chile, le dio la sorpresa al planeta entero, pues quedó demostrado que no todo lo que brilla es oro y que sus clases medias y populares están ahogadas en medio de un costo de vida insoportable.
Nuestro país, sin duda, no escapa a este contagio y a la exacerbación que producen nuestros propios males. No voy a discutir ni los argumentos del Gobierno ni los de los sindicatos con ocasión del paro de ayer, pero en este punto de la coyuntura nacional es incontrovertible que nuestra Nación ha transitado por las sendas de la inequidad. Algunos ejemplos son: Un sistema de salud en donde las EPS ahogan a las IPS y a sus pacientes con el beneplácito de todos los gobiernos; unas cargas impositivas que saturan tanto a los empresarios como a la gente del común, tanto en lo nacional como en lo local; unas tasas de usura que le dan estabilidad a la economía y, especialmente, onerosas ganancias a los dueños del sistema financiero, pero que llevan a esclavizar a un colombiano promedio a pagar una vivienda 15 años y un automóvil otros 5 años.
Tampoco hay equidad con un sistema de comercio y empleo que es más condescendiente con los importadores que con la industria, las manufacturas y los empresarios locales; con una infraestructura física muy débil en el campo; con las falencias en los servicios públicos y sus altos costos (especialmente la energía). El país sigue adoleciendo de un sistema garantista de acceso a la educación en todos sus niveles; y, se hace necesario comenzar a remover las enormes barreras para que las nuevas generaciones puedan pensionarse.
Ahora bien, sería totalmente injusto culpar al presidente Duque de cada uno de los males que agobian la Nación y que se han acumulado en los últimos 40 años, pero hay responsabilidades. El actual poder Ejecutivo insiste en designar ministros de un corte tecnócrata que desconocen la realidad de las regiones y en nada se ha avanzado en la descentralización y la autonomía regional. Hay oídos sordos en el alto gobierno. La lectura del país es equivocada, pues se quedó en la polarización, en el revanchismo politiquero, en el discurso guerrerista y los canales de comunicación con el Congreso y las comunidades son cada vez más frágiles. Sus mensajes son malinterpretados y hay una latente desconfianza frente a sus decisiones. No hay credibilidad y el ciudadano siente que no se le dice toda la verdad y se le excluye. El Gobierno nacional no puede seguir pavimentando la vía de la ingobernabilidad ni estimular la inequidad.
Coletilla: El vandalismo es un delito y debe ser judicializado y penalizado como tal, pero la protesta social, en su legitimidad constitucional, es y será necesaria; ojalá, siempre, libre de manipulaciones ideológicas y grupos al margen de la ley. En todo caso no podemos y sería un error político deslegitimar los mensajes de quienes salieron ayer a marchar por una Colombia más equitativa e incluyente.
Senador
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