Termina un año con muchas convulsiones políticas, económicas y sociales en los diferentes escenarios de la geopolítica internacional. La guerra comercial entre Estados Unidos y China que parece llegará a un nuevo acuerdo arancelario, el Brexit que tiene divididas las relaciones entre el Reino Unido, país que a su vez mantiene en tensión su futura relación con la Comunidad Europea, la resistencia de Hong Kong frente a su anexión legal y constitucional a Pekín y los habituales brotes de violencia en Siria e Irán.
En Latinoamérica, el 2019 también será recordado por las incendiarias manifestaciones en Chile que aún desafían el poder del presidente Sebastián Piñera, el retorno de Argentina a la izquierda en cabeza de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, la salida de Evo Morales de la presidencia de Bolivia tras hechos de corrupción electoral y especialmente las protestas contra Lenín Moreno por las drásticas decisiones económicas que prácticamente doblaban el costo de vida de los ecuatorianos.
En el caso colombiano son preocupantes los más de 84 asesinatos de líderes sociales este año, más los dos acontecidos en esta Navidad, me refiero a la gestora cultural de Tumaco, Lucy Villarreal; a Reinaldo Carrillo, en Pitalito, miembro de los usuarios Campesinos del Huila, y ni qué decir del crimen de los esposos Natalia Jiménez y Rodrigo Monsalve, en La Guajira.
El acelerado deterioro nuevamente de los derechos humanos en el país, creo, es uno de los hechos más lamentables del año que concluye, pues detrás de este fenómeno se esconde una reagrupación de fuerzas al margen de la ley, a saber: grupos delincuenciales, fortalecimiento de disidencias o Gaor, el reposicionamiento del Eln y nuevas estructuras del narcotráfico. El hecho más repudiable fue el ataque en enero a la Escuela de Cadetes General Santander en Bogotá. Sin embargo, hay que rodear al Gobierno y a las Fuerzas Militares para enfrentar los nuevos retos de orden público en las diferentes zonas que siguen marcadas por la violencia y fortalecer la seguridad ciudadana.
Las marchas, protestas sociales y ‘cacerolazos’, sin duda, dejan ver lo sumergidos que aún estamos en la polarización ideológica y el reclamo de una mayor inclusión y equidad por parte de la sociedad civil es cada vez más notorio y decidido. Hacemos votos para que el Ejecutivo piense en impulsar este 2020 una gobernabilidad más equitativa, dinámica y participativa.
Las realidades de otros escenarios externos y el de nuestro país nos exigen actuar con responsabilidad, inteligencia, a mejorar nuestra capacidad interpretativa y argumentativa para no caer en posturas extremas y podamos dirigirnos especialmente a buscar la reconciliación como Nación para superar nuestras enormes diferencias como seres humanos.
Que estas fechas sirvan para reflexionar sobre estos temas y los asuntos propios de nuestra existencia, darle gracias a Dios por las bienaventuranzas recibidas e incluso por las dificultades que nos hacen más fuertes, pero siempre al lado de nuestras familias, amigos y vecinos.
Con mi esposa Claudia y mi hija Sofía, queremos extender a todos los tolimenses la alegría de esta Navidad y compartir los buenos deseos de la reconciliación, de la tolerancia, de la solidaridad, del perdón a sí mismo y a los que nos ofenden, y ratificarles que nuestro mejor propósito para el próximo año es trabajar para crear una mejor versión de cada uno de nosotros para servir a los demás.
¡Que el 2020 esté lleno de salud, éxitos y prosperidad!
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