Ahora sí

Benhur Sánchez Suárez

Especulaba hace poco sobre la edad adulta, su situación desvalida hoy por hoy, su minusvalidez frente a la pandemia y el encierro (cárcel, tal vez) su selección macabra de pasar a quienes han llegado a esa condición a mejor vida.
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Y saqué como conclusión una campaña de exterminio, decía yo que universal, contra nosotros.

El ejemplo más dramático se dio en países europeos a quienes azotó inicialmente el Covid-19, donde se empezó a priorizar a los jóvenes para ser atendidos en los centros de salud, las famosas UCI, y el desecho de los pacientes de mayor edad que, ante la desatención, pasaban con mayor rapidez a engrosar las estadísticas de víctimas del virus.

Lo más preocupante fue el destape de la situación precaria de los sistemas de salud en el mundo, pues ningún país estaba preparado para una emergencia semejante, y la evidente tendencia a dejar de lado la tercera edad en los planes oficiales de atención con fines curativos para ella, sólo paliativos y por cuenta propia en sus encierros particulares.

De la maraña de informaciones que a diario invaden las redes (el mejor periódico en la actualidad para enterarse de chismes y estudios reales, rumores y certezas), el mundo virtual en suma, con estadísticas precisas de las que tanto gustan esgrimir los gobernantes, para darse ínfulas de ejecutivos, se puede colegir que ahora sí, somos el estorbo y, quizás, la parte más socorrida para darle forma a la campaña de reducción poblacional que tanto requiere la globalización.

Pero la tapa, como decían las señoras, o el moño según otros, ha sido la imposición o intención del gobierno de implantar en el país la tal “hipoteca inversa”.

La hipoteca inversa es un producto financiero orientado a personas mayores mediante el cual obtienen el precio de su vivienda en forma de rentas mensuales.

El objetivo del programa, despojo más bien, es quitarle la propiedad al adulto mayor con el cuento de solventar ingresos mensuales hasta el momento del fallecimiento. Sobra decir que la cantidad o tiempo en que recibirá ese préstamo siempre será inferior al valor total del bien.

Puede ser que los ancianos se obnubilen porque van a garantizar un ingreso mensual (que a juzgar por los chismes no será mayor a un salario mínimo) pero el veneno está que entregarán el bien como pago, el cual pasará a ser propiedad del banco al momento del deceso. ¿Y la familia?

Genial invento de estos cretinos del gobierno que, aprovechando la crisis económica de la pandemia, han copiado el despojo de países donde ya ha fracasado o está a punto de hacerlo (España o EEUU, por ejemplo) y no hayan cómo exprimir lo poco que nos queda. Política de motosierra y bala como la que nos gobierna.

BENHUR SÁNCHEZ SUÁREZ

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