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Primero, el fin de semana, en una columna publicada en otro medio de comunicación titulada: “¿Acciones para el trueque o la transformación?”, manifesté la importancia de fijarse como meta, el impacto –la reducción- en las cifras de desempleo local, que no es algo nuevo, como problema estructural que en los últimos 20 años (por lo menos) ha venido aquejando a la población ibaguereña, ante lo cual, hay que centrar la atención, principalmente, en la reducción de la participación del Estado (escala territorial) –Tasa Global de Participación-, en la provisión de empleos (como causa –no exclusiva- que aporta al problema) e invertir la ecuación hacia el sector productivo.
Segundo, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas –Dane-, en su informe de pobreza monetaria, publicado el pasado mes de septiembre, si bien en el año 2022, Ibagué redujo la incidencia de la pobreza monetaria y pobreza extrema, en relación al año 2021 pasando en el primero del 44,5% al 40,9%, aún nos encontramos por encima de la media nacional que, para el año anterior, se fijó en el 36,6%, unas cifras bastante altas pues son 206.707 ibaguereños que en la actualidad se encuentran por debajo de la línea de pobreza (por cada 100 habitantes, casi 41 sobreviven con $396.864). En el caso de la pobreza monetaria extrema, el panorama es más preocupante, dado que ocupamos el cuarto lugar a nivel nacional con el 17,6% para el año 2022, lo que suponen 88.751 ibaguereños que “sobreviven” con $198.698 al mes.
El departamento no se queda atrás, según informe del mismo Dane, revelado la semana pasada, para el 2022, 536.592 tolimenses subsistir con $396.864 al mes, esto es, por cada 100 habitantes, casi 40 (39,8%) se encuentran por debajo de la línea de pobreza, también por encima de la media nacional que está en el 36,6%. Igualmente, para el 2022, se registraron 210.661 personas en el Tolima (15,6%) por debajo de la línea de pobreza extrema, sobreviviendo con $198.698 mensuales.
Tercero, el coeficiente de Gini, que se utiliza para medir, entre otros, la desigualdad de los ingresos, es un número entre 0 y 1, en el cual, entre más cercano se encuentre al 1 habrá más desigualdad, en este caso, en los ingresos. Pues bien, en esta medición, Ibagué arrojó 0,542, aumentando en relación al año 2021, donde el coeficiente de Gini era de 0,539. Este resultado no hay que desconocerlo, por un lado, porque Ibagué es una de las tres ciudades donde aumentó en vez de disminuir y, por el otro, porque es el segundo más alto después de Bogotá.
El crecimiento y el desarrollo de Ibagué está, en parte, en saber interpretar estos números y su correlación; la administración entrante debe tener claro qué recibe en esta materia para poder formular su plan de acción y corregir esta calamidad que, en definitiva, genera consecuencias para todos en el territorio.
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