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Contrario a lo que quisieron vender desde la oposición y los medios de comunicación masiva, que argumentaban un abrumador golpe al bolsillo de las familias colombianas, la Reforma aprobada se aproxima mucho al concepto de justicia tributaria en la medida que serán los que más tienen los que más van a pagar. Sin desconocer que colateralmente algunos precios de productos y servicios que consumen las familias colombianas tendrán incrementos marginales por cuenta de nuevos gravámenes para algunos sectores, el grueso de los nuevos ingresos tributarios provendrán del sector extractivo, sobre todo el Petróleo, y del incremento a la sobretasa del sector bancario que, recordemos, en plena pandemia acumulaban utilidades de 25.000 millones diarios mientras empresas y personas quebraban por miles. Esos dos sectores han gozado históricamente de beneficios tributarios extraordinarios, ya era hora que aportaran con firmeza a reducir las desigualdades sociales de nuestro país.
Por el lado de las personas naturales tampoco habrá efectos directos que afecten las finanzas de la base trabajadora del país. Solamente quienes ganen más de 10 millones mensuales tendrán que pagar impuesto de renta que inicia con un porcentaje del 1.9%, en Colombia son aproximadamente 664 mil personas. El impuesto al patrimonio empieza con quienes tengan más de 3 mil millones (antes empezaba en 5 mil millones) según la Dian son apenas 22.000 colombianos, lógicamente son quienes más capacidad de pago tienen; no obstante, para el pago de este impuesto tendrán la posibilidad de descontar de la base gravable hasta 500 millones por concepto del valor de su vivienda, eso ayuda a evitar una carga excesiva para una familia que tenga buena parte de su patrimonio representada en la casa o apartamento que habitan.
Para evitar que el impuesto a los plásticos de un solo uso aumentara el precio de la canasta familiar, en la Ley se excluyeron los empaques de estos productos. Del impuesto saludable a las bebidas extra azucaradas y alimentos ultra procesados finalmente se excluyeron aquellos productos que consume cualquier familia típica colombiana.
Por fin una reforma verdaderamente progresiva, que protege al máximo el bolsillo de los hogares vulnerables y exige mayores tributos de quienes pueden pagarlos.
Ahora el reto es invertir bien los recursos. De acuerdo con las prioridades del Gobierno, se invertirá en mejorar la infraestructura educativa y garantizar el acceso universal a la educación superior, construir acueductos para que nadie carezca de agua potable, construir las vías terciarias y comprar tierras para los campesinos para desatar la verdadera reforma agraria y que la producción agrícola y la agroindustria ayuden a impulsar la economía, establecer el nuevo modelo de salud preventiva y predictiva que, a propósito, fue anunciado por el Presidente el fin de semana en Aracataca con los primeros mil equipos médicos que tendrán la misión de visitar los hogares vulnerables para prevenir la enfermedad.
En un país con una enorme desigualdad y exageradas cifras de pobreza y miseria, la Reforma y sus propósitos se convierten en una clara señal de esperanza.
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