El puente inútil

César Picón

Con tantas necesidades en materia de infraestructura vial, es un verdadero infortunio que finalmente esta administración haya terminado comprometiendo multimillonarios recursos para construir un paso elevado que nadie estaba pidiendo y que nunca apareció como una prioridad dentro de los estudios de movilidad y espacio público.
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En columnas pasadas había explicado que las intersecciones del Éxito y Mirolindo representan un desafío mucho mayor no solo porque actualmente reciben más flujo vehicular en horas pico, sino porque con el inmenso crecimiento que presenta la ciudad en la zona de expansión (vía al aeropuerto y Picaleña), recibirán en el futuro una fuerte presión por ser las que reparten el flujo desde y hacia la zona media y el centro de la ciudad. Allí ni semáforos, ni estudios y diseños para intervenciones futuras, nada.

Tantas obras que sí se necesitan fueron tristemente descartadas por el embeleco de construir una mole de cemento con discutible beneficio. La diagonal 83 entre la avenida Ambalá y el barrio Las Margaritas que permitiría conectar el flujo desde la Pedro Tafur hasta la glorieta de Cañaveral sin necesidad de subir hasta La Campiña y viceversa. Los tramos faltantes de las paralelas de la avenida Pedro Tafur que no solo ampliarían la capacidad de esta arteria sino que ayudarían a hacer más eficientes los giros y conexiones. La continuación de la calle 103, que con los recursos del puente inútil se habría podido avanzar en varios kilómetros, esa sí que es importante para conectar los extremos de la ciudad. La carrera Quinta sur que baja desde la Clínica Nuestra hasta el conjunto Bosque San Ángel y que solo conectándola con el barrio Villa Café para salir a la Pedro Tafur aliviaría incluso la intersección de la calle 60 con Quinta. La rehabilitación de la vía hacia El Salado que ya parece una trocha y que pese a ser una de las comunas más pobladas de la ciudad no ha podido ver nunca una vía en buen estado y mucho menos la ampliación a doble calzada como está proyectada. Entre muchas otras, menos costosas y más eficientes.

En definitiva es una decisión desafortunada la de construir un puente innecesario que no responde a ninguna de las prioridades fijadas en los estudios de movilidad. No tiene mucha gracia marchitar una esquina de la ‘milla de oro’ con un paso elevado que simplemente trasladará metros más adelante la masa vehicular, donde será recibida por intersecciones semaforizadas como la de la calle 64 y la carrera Sexta, probablemente tan solo con semáforos inteligentes se habría podido resolver el atasco en ese punto. El comercio seguramente experimentará consecuencias negativas pues normalmente no se ve beneficiado con la aceleración de los motores. Por último, es bastante preocupante que ese proyecto no contempla medidas para la movilidad no motorizada, algo que en el urbanismo moderno es fundamental. 

Se vienen meses de trancones interminables para al final tener una obra que no va a solucionar los problemas esenciales de la movilidad en Ibagué. Pasará a la historia como el proyecto de un alcalde caprichoso que no estudió las recomendaciones técnicas de estudios recientes y que pareciera no entender la dinámica de crecimiento y desarrollo de nuestra capital.

 

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CESAR PICÓN

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