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Tango la impresión que la Alcaldesa y la Gobernadora parecen estar rompiendo esa tradición porque, por ahora, sus declaraciones públicas no han abarcado ni lo uno ni lo otro. Tal vez lo del corte de cuentas se les antoje incómodo por el compadrazgo con sus antecesores, no obstante, omitirlo significa renunciar a marcar la diferencia de su mandato frente al anterior, un líder que aspire a dejar huella y continuar recorriendo la vida pública no puede negarse ese derecho.
En estos 15 días de gobierno y casi 3 meses de elegidas, no han establecido, o al menos no han informado a la ciudadanía, los objetivos que perseguirán durante este cuatrienio, sus apuestas más importantes, lo que será su sello personal.
La gobernadora ha optado por un discurso sobre seguridad, en el que ha dicho que reforzará el pie de fuerza y dotará con lo necesario a la fuerza pública para que haga su trabajo; sin cifras concretas que respalden esa necesidad, ni objetivos claros de lo que significa para ella “recuperar la seguridad”, parece más una coincidencia con el slogan de su mentor político que un objetivo gubernamental.
De ahí en adelante, más allá de necesarios compromisos puntuales con los municipios que ha visitado, no se le ha escuchado las propuestas generales ni las metas ambiciosas de su incipiente gobierno.
Por el lado de la alcaldesa la situación no es muy diferente. Hacer públicos los llamados de atención a los funcionarios incumplidos o madrugar a cepillar la carrera tercera, no son propiamente los mensajes que debería enviar en el preludio de su administración.
Terminar las obras que dejó iniciadas el alcalde saliente, aunque necesario, no puede ser visto como el aporte que deje su administración para el desarrollo de Ibagué. La nueva alcaldesa tiene la inmensa oportunidad de embarcar a la ciudad en nuevos y ambiciosos proyectos de desarrollo, que aporten al turismo, el crecimiento económico y la generación de empleo.
Como ya había escrito en una columna de noviembre: habiendo superado deudas del pasado en materia de infraestructura deportiva, panóptico y próximamente el acueducto complementario y los colegios de jornada única, lo que corresponde es mirar al futuro para generar una ola de nuevos proyectos que mejoren la economía, la educación, y las condiciones de vida de esta ciudad.
Que esta columna no se entienda como una crítica prematura a dos gobernantes que apenas inician su periodo, esa no es la intención. Más bien es un llamado respetuoso para que más temprano que tarde envíen señales claras de lo que será el enfoque de los planes de desarrollo que ya se inician a construir. Buen viento y buena mar.
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