El santo Santorum

Rick Santorum había tomado impulso y se había ubicado en el primer lugar de las preferencias. Lo ayudó el que se presentara, no sólo como el auténtico republicano-conservador, sino como parte de una familia de inmigrantes italianos pobres, hecho a pulso.

“Suerte te dé Dios que lo demás nada te vale”, dice el adagio. Después de llegar a ocupar el primer lugar en las encuestas, con sus pronunciamientos extremos Rick Santorum perdió el apoyo de muchas mujeres y se autoinmoló en las primarias republicanas de los Estados Unidos. Mitt Romney recuperó su posición como favorito.

En este proceso de selección del candidato republicano a la Presidencia de los Estados Unidos, Rick Santorum había tomado impulso y se había ubicado en el primer lugar de las preferencias. Lo ayudó el que se presentara, no sólo como el auténtico republicano-conservador, sino como parte de una familia de inmigrantes italianos pobres, hecho a pulso. En contraste con el millonario Mitt Romney, se mostró capaz de entender las preocupaciones económicas de las clases medias. Se conocía algunas de sus posiciones extremas y pronunciamientos pasados sobre temas sexuales y reproductivos. Sin embargo, no habían ocupado un lugar central en su campaña y su plataforma. Pero a Santorum parece que dejó de iluminarle el Espíritu Santo.


Antes de una primaria muy relevante, la de Michigan, sus creencias tomaron el lugar más destacado dentro de su discurso. En lugar de continuar profundizando sus propuestas económicas y sociales, el santo Santorum se autodesignó como el guardián de la fe cristiana y la moral.


Atacó la separación entre la Iglesia y el Estado y declaró que las históricas declaraciones de Kennedy en defensa de dicha separación le habían dado ganas de vomitar. No tuvo en cuenta que, cuando Kennedy, como primer católico con posibilidades de llegar a la presidencia de los Estados Unidos, manifestó su respaldo a dicho principio, no hizo cosa distinta que afirmar su respeto a la Constitución. Con ello, neutralizó los ataques de protestantes que pretendían asustar a los votantes con la tesis de que, una vez elegido presidente, Kennedy recibiría las órdenes del Papa.


Para Mitt Romney, perder en su propio estado, Michigan, hubiera sido un golpe mortal. Para Santorum, ganar habría sido relativamente fácil, en razón de que Romney había atacado el salvamento gubernamental a la industria automovilística, que tiene su sede en dicho estado.


Pero Santorum no se pudo contener. Afirmó que Barack Obama era un “snob” por promover que los estudiantes norteamericanos vayan a la universidad. Dijo que los centros de educación superior adoctrinan a sus alumnos y perjudican el país. Como si lo anterior no fuera suficiente, reafirmó su oposición a todas las formas de control natal y al aborto, en cualquier circunstancia, incluyendo el peligro para la vida de la madre. Ante estos pronunciamientos, la prensa y los blogs no demoraron en recordar pasadas declaraciones de Santorum contra el trabajo de las mujeres fuera de casa y los exámenes previos a los partos para verificar la salud del feto. En su concepto, dichos exámenes significan la promoción del aborto.


El resultado fue el de que las mujeres de todas las edades, que votaron en las primarias de Michigan, apoyaron mayoritariamente a Romney. Se asustaron ante la perspectiva de que un candidato extremista llegue a la presidencia y busque retroceder los avances logrados en muchos campos, después de históricos esfuerzos. Romney ganó las primarias de Michigan por un margen estrecho pero suficiente para regresar a la posición de favorito. En otras palabras, se le apareció la virgen.


Colprensa

Credito
MARÍA CARMENZA ARIAS

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