Falencia Humana Involuntaria

En gran parte del trasegar ciudadano, el hurto en todas sus modalidades, se presenta como el escenario de mayor relevancia, a partir de espacios de “oportunidad”, que de una u otra forma, involuntariamente las mismas personas propician, debido a la falta de cuidado, previsión, “malicia” o desinformación.

La certeza generada por la monotonía que origina el concepto “a mí no me pasa, todo está controlado”, es uno de los pensamientos más usuales dentro del ámbito social, permitiendo escatimar esfuerzos de convicción en el modelo de vida que afronta cada ser humano, convirtiendo esto, en una constante de incidencia en la tipología delictual.

Es por esto, que desde el ejercicio policial, noto con gran preocupación, una minuciosa apatía por las reglas y consejos de seguridad que a diario la Policía nacional transmite a través de las diferentes campañas, en medios de comunicación, cartillas o en interacción con la comunidad, por acción permanente de los policías integrados en cada uno de los cuadrantes.

La constante debilidad de seguridad, visualizada en el comportamiento delictual, enfoca los pedidos a domicilio, los usuarios de corporaciones bancarias y las empresas de servicios de encomiendas, como las de mayor reiteración en la materialización de contextos de inseguridad, producto de una confianza, que en el imaginario de seguridad, siempre se presentará como inexistente. 

Lo anterior, nos invita a propiciar e inventar mecanismos de alerta y defensa, que nos conduzcan a la anticipación de focos inseguros, la instalación de aparatos tecnológicos, lugares acondicionados para depositar nuestros dineros, así como la utilización de la Policía nacional, la cual permanecerá al lado de todos y cada uno de ustedes, contribuyendo a garantizar los derechos y libertades contempladas en nuestra carta magna.

Es por esto, que la responsabilidad social compartida, se puede constituir en una locomotora de seguridad, que necesita de cada uno de nosotros, mediante los principios de trabajo y compromiso ciudadano, aportando acciones pequeñas  pero ambiciosas, siendo la Cultura de la Denuncia, el primer referente de actuación que logre la conexibidad de contextos de armonía y anticipación a los diversos actores que participan en el delito.

Todo esto, se puede convertir en el combustible necesario, para alimentar la máquina de seguridad, fortaleciendo su engranaje, que nos abastezca de espacios seguros y libres de actores que día a día, buscan desintegrar la sociedad.

Credito
Cr. FERNANDO MURILLO ORREGO

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