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Una frase que confirma que la Economía Naranja, como concepto y como política pública, tuvo desde el principio muchos detractores, detractores que en la mayoría de los casos no hicieron ni el más mínimo esfuerzo por tratar de entender de qué se trataba; y acabar lo que no se entiende es la más natural, primaria y prehistórica de las conductas humanas. ¡A la hoguera con la Economía Naranja y todas sus brujerías! En vano nombró Duque como Ministro de Cultura a Felipe Buitrago, tratando de socializar y dar desarrollo a ideas esbozadas en el texto que escribieron para el BID sobre ese tema en el 2013. Lograr poner de acuerdo conceptos, teorías, planes e inversiones entre el variopinto panorama de lo que podría entrar en la denominada Economía Naranja fue, como lo demuestra en su ignorancia Daniel Rojas, un gran fracaso.
Fracaso que se puede mesurar tras leyes, decretos y una inversión millonaria en las cifras que arroja el DANE y que demuestran que no aumentó su participación en la economía nacional pues cerró el 2021 con apenas el 2,6 % del PIB, distante del 5 % que esperaban lograr a comienzos del gobierno, y más bajo que el 3 % del 2019. Pese a que movió entre 550 a 600 mil empleos en promedio durante el cuatrienio. Sin embargo, la Economía Naranja, lejos de ser una elucubración sacada de la nada por Duque y Buitrago fue un término acuñado por el BID para desarrollar y focalizar conceptos en torno a la incidencia de las industrias culturales y creativas en la economía y cómo estas pueden ser un factor diferencial de desarrollo en la región.
El término Industria Cultural tiene ya setenta años y el de Industria creativa surgió en Australia en 1980 pero fue desarrollado en el Reino Unido por Tony Blair como estrategia para abrir nuevas frentes de trabajo, desarrollar mercados y permitir la inclusión social.
El aparente embeleco de Duque llamado Economía Naranja logra tener actualmente una incidencia del 8 % del PIB en Gran Bretaña y según la ONU tiene un promedio mundial de 7.4 % del PIB y da trabajo al 14 % de la población. Aunque no sepamos qué parte no entendió Daniel Rojas y su combo. Lo que hizo principalmente la administración Duque para desarrollar la Economía Naranja, fue crear incentivos tributarios, que volcaron miles de millones al sector, tratar de ampliar la infraestructura cultural y apoyar la creación audiovisual entre otras políticas que no lograron irrigar de manera efectiva la economía creativa, ni impactar el PIB como lo tenían previsto.
Pero antes de tratar de encontrar los errores de la actual política para corregirlos y mejorarlos, buscando acceder a las impresionantes cifras que manejan otros países, prefieren acabar lo que no entienden. Pese a eso, lo que hoy queman en la hoguera seguirá aportando al PIB y pagando los salarios de ignorantes burócratas con sus impuestos.
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