Cien años de la Plástica en Ibagué

Darío Ortiz

Hace un par de semanas se inauguró en el Museo de Arte del Tolima una muestra dedicada a la historia de las artes plásticas en Ibagué, un proyecto que al contar con el apoyo económico de la Alcaldía, acaba, o al menos hace una pausa, con la larga sequía que tenía el municipio con el Museo.
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La historia reflejada en la exposición se dividió en tres salas, que comienzan como tantas cosas en Ibagué, con Alberto Castilla y la sociedad de mejoras y ornato que en 1909 abren un salón para dar clases de dibujo y pintura a cargo del italiano Pedro D’Achiardi. Con el Conservatorio de Bellas Artes creado por Castilla podemos referenciar la primera generación de artistas notables de la ciudad, pues allí tomó clases de pintura Jorge Elías Triana cuando era adolescente mientras estudiaba flauta transversa, al igual que Darío Jiménez, alumno de Julio Fajardo quien dirigió a partir de 1940 la Escuela de Bellas Artes anexa al conservatorio.

En 1955 con la creación de la Escuela de Cultura y Bellas Artes surgida como una dependencia del Instituto Departamental de Antropología e Historia y que luego haría parte de la Universidad del Tolima, vendrían dos décadas de oro para la plástica local con el posicionamiento de un nutrido grupo de creadores que, además de ganarse sonados premios nacionales, hicieron parte de las importantes bienales de Venecia, Sao Pablo, México y de colecciones de relevancia en Estados Unidos como la del Museo de la OEA o de la Universidad de Austin Texas.

La Escuela dirigida inicialmente por el ibaguereño Alberto Soto Jiménez y posteriormente por Manuel Hernández, contó con profesores de la talla del belga Michael Lenz, del zipaquireño Miguel Sopó y de los tolimenses Mardoqueo Montaña, Triana y Fajardo, todos en su momento artistas de renombre. En tiempos de la Escuela en Ibagué se realizan salones nacionales de pintura, se crea un fugaz Museo de Arte Moderno, se hacen murales y monumentos; y se adquiere, con asesoría de Marta Traba, una importante colección de arte. Jesús Niño Botia, Manuel León Cuartas, Ricardo Angulo y Edilberto Calderón, son algunos de los profesores de la Escuela cuando en 1978 es cerrada por discutibles razones políticas, condenando a la ciudad y a la región a los duros años para la plástica local que van desde ese momento hasta la fundación del Museo en el 2003 y a la apertura de la carrera de artes en la Universidad del Tolima en el 2010.

La muestra destaca a quienes como Pedro Cabrera, o Edgar Varón al frente de Viva el Arte mantuvieron la llama encendida en esos años de abandono institucional y a creadores que vieron sus estudios truncados por el cierre de la Escuela, para luego mostrar en la última sala a los nuevos valores que han emergido con fuerza en la última década, varios ya con proyección nacional e internacional.

Una exposición de este tipo no puede ser determinante ni concluyente y faltan algunos artistas tan valiosos como Rodrigo Facundo, de amplia trayectoria, pero sirve para darnos una idea de dónde venimos y quienes somos actualmente. Para dónde vamos va a depender de nuestros jóvenes creadores y en buena medida de las fuerzas que conforman el poder, pues si algo deja claro esta investigación es cómo el desarrollo del arte en nuestra ciudad no es lo mismo con apoyo del gobierno o sin él.  

¡Hagamos región y apoyemos lo nuestro!

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DARÍO ORTIZ

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