Ibagué, considerada como la Capital Musical de Colombia, es, sin lugar a duda, una de las ciudades de nuestro país con mayores riquezas y privilegios, no solo por estar ubicada a menos de tres horas de Bogotá, sino además porque su inigualable clima, los grandes corredores viales que la bordean garantizando la conectividad con el resto del país, la exquisita gastronomía y su invaluable patrimonio cultural, artístico y ambiental, la han hecho merecedora, de acuerdo con la evaluación reciente del Banco Mundial, Doing Business Colombia, al título de la segunda ciudad con mejores oportunidades para la inversión y mayor facilidad para realizar negocios.
Sin embargo, esto no ha sido suficiente para lograr consolidar y desarrollar a plenitud las vocaciones que por décadas le han reconocido: ciudad musical, cultural, turística, centro de operaciones logísticas, ciudad industrial y textil, por mencionar solo algunas de ellas.
Lógico resultaría sostener que siendo reconocida como Capital Musical, la cultura y el turismo fueran sus principales motores de desarrollo social y económico. La pregunta es: ¿por qué no es así? Muchas pueden ser las explicaciones y para ello resulta oportuno abrir una sana y propositiva discusión.
Ibagué como ciudad cultural, artística y musical va mucho mas allá Conservatorio del Tolima, el Parque de la Música, la Concha Acústica Garzón y Collazos, la plazoleta Darío Echandía, la plaza Manuel Murillo Toro, la Plaza de Bolívar y el Teatro Tolima. Si efectuamos un ejercicio de auto-reconocimiento y redescubrimiento, podremos encontrar que en cada esquina, en cada barrio, en cada vereda, el arte y la multiculturalidad que se han gestado piden a gritos mayor apoyo y reconocimiento.
El concepto de cultura en Ibagué debe observarse a través del crisol de la diversidad y heterogeneidad de la sociedad de hoy, aspecto que exige una convivencia armoniosa y no admite procesos de exclusión, discriminación o anulación. Siendo más explícitos, el arte y la cultura no pueden ser conceptos unipersonales del gobernante de turno. Por el contrario, son construcciones sociales que día tras día crece, cambia, se transforma y complementa con los demás aspectos que hacen parte de ese patrimonio inmaterial que es nuestra cultura.
Analizar ejercicios prospectivos de visiones ciudad-región permiten, en principio, encontrar alternativas de solución a esta situación. Recientemente fue actualizada la denominada Visión Tolima 2025, proceso que inicio en 2005 producto de la alianza entre el sector público, gremios económicos y la Academia, ejercicio en el que se construyó una visión compartida para la región reconociendo un conjunto de indicadores socio-económicos que constituyen lo que se denominó como Signos Vitales del Desarrollo del Departamento (SVDD), y que en el momento de la formulación de la Visión, mostraron un panorama poco alentador, caracterizado por los rezagos en materia de competitividad y el lento crecimiento económico del Departamento.
En esta actualización, el llamado Turismo Cultural sigue siendo considerado como una de las principales potencialidades, constituyendo uno de los retos persistir en la propuesta turística de Ibagué: Ciudad Musical de Colombia. De igual forma, la denominada Industria Cultural hace parte de los proyectos que desde la Visión 2025 se propone impulsar como motor de desarrollo, estableciendo para ello, entre otras actividades: un inventario actualizado en temas culturales para Ibagué y el Tolima; estrategias de comunicación de la tradición y de la apuesta cultural del Tolima e Ibagué; identificación de los puntos de articulación entre la cultura y las dimensiones política, económica y social en el Departamento; reconstrucción del patrimonio histórico y la constitución de un esquema organizacional y financiero que dé sostenibilidad en el largo plazo a la actividad cultural.
Comentarios