Consolidada la reelección del presidente Juan Manuel Santos, con reconocimiento de su triunfo, sin objeción alguna de parte de su contendor Óscar Iván Zuluaga, corresponde al Gobierno asumir las nuevas responsabilidades, ejerciendo un liderazgo pleno articulado al rumbo que se le trace a la Nación.
Son muchas y casi todas prioritarias las tareas pendientes. Las propuestas de campaña configuran una agenda que no debe quedar al vaivén de las ambigüedades. El punto de partida de esta nueva etapa es la paz, no solamente con la desmovilización de los grupos guerrilleros sino como una política de Estado a profundidad, la cual debe tomar en cuenta la reparación integral de las víctimas así como la erradicación de tantas desigualdades predominantes en la sociedad colombiana. En el listado de las promesas hay puntos que deben ser de inmediato cumplimiento como los relativos al desmonte del servicio militar obligatorio, el plan de vivienda con gratuidad, la reposición de la remuneración de las horas extras a los trabajadores y la ampliación de los cupos para educación en diferentes niveles. Hay otros temas de especial envergadura que requieren atención puntual, con debates públicos que lleven a conclusiones de acierto: la justicia, la salud, la educación, los derechos de la oposición, la decantación de las competencias del Procurador para que no siga incurriendo en los abusos políticos y de poder que han caracterizado al titular actual Alejandro Ordóñez. Son reformas que no admiten más aplazamientos.
Es necesario fortalecer la democracia y esto tiene que hacer más efectiva la lucha contra la corrupción y todas las formas de degradación de la política.
Hay que impulsar una reforma en este campo que mejore las instituciones. Los servidores públicos deben ser no solamente idóneos sino también ejercer sus funciones a prueba de trasparencia y con rigor ético. Los recursos oficiales no pueden ser una fuente de enriquecimiento ilícito, ni los cargos públicos trampolín de maniobras punibles.
Al presidente Santos le corresponde orientar la construcción de la nueva Colombia, con paz, democracia y decencia, haciendo de la política un ejercicio de ideas y de realizaciones que generen progreso para todos y no sean actos de deshonra y de vergüenza.
Puntada
Los uribistas tienen derecho a expresar sus convicciones y a buscarles espacios. Pero no lo deben hacer a costa de la paz y contra la democracia.
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