Camino a la paz

Héctor Manuel Galeano Arbeláez

Pastrana se quedó con el babero colgado y la silla vacía en su intento de negociar con las Farc-EP. Uribe logró éxito con las Convivir, tanto que hasta miembros de su familia están procesados o condenados por paramilitarismo y muchos parlamentarios de su pandilla fueron condenados por bailar la misma danza criminal. Vainitas que motivaron las desmovilizaciones chimbas de supuestos paracos y el pacto de Ralito para absolver y bendecir a los guascazos a miles de paramilitares.

Fracasos de tantos pisos no se pueden considerar aportes a la paz. Ambos expresidentes están llenos de amargura y envidia con lo logrado por el presidente Santos, con un premio Nobel incluido y respaldo mundial, y tienen al siempre locuaz y pendenciero Uribe despotricando contra Colombia en el exterior. En su motivación para oponerse al proceso de paz, alejado de la razón y apoyado en la mentira y la tergiversación fluye, incontenible, el odio, el miedo, el resentimiento, la amargura, el deseo de venganza y el desprecio por la vida de los campesinos y el bienestar de los colombianos.

Uribe tiene derecho a hacer oposición a Santos y a utilizarla para conseguir votos. Ideal sería que lo hiciera debatiendo ideas por el futuro del país y no con los métodos utilizados en sus periodos presidenciales, periodo sobre los cuales no se conoce toda la verdad.

El miedo a que se conozca la verdad es lo que une a todos los que se han beneficiado con la violencia y siguen con el poder político y económico ganado con sus crímenes. Bajo esa lógica, les sobran razones para oponerse al éxito del proceso de paz. La memoria es para no olvidar y no repetir errores.

Las víctimas de la violencia, los que la sufrimos en carne propia, vemos con esperanza y alegría la desaparición de las Farc - EP, cumpliendo lo acordado, y su determinación de hacer política utilizando la palabra. Mejor escuchar la voz de un reinsertado que explosiones de odio. Tiro Fijo estaría desempolvando el violín que tocaba cuando la violencia lo obligó a cambiar su sonido por los ruidos de su fusil.

Tenemos razones suficientes y muy justificadas para respaldar el proceso de paz y no estar de acuerdo con quienes por temor a la verdad luchan contra la tranquilidad que disfruta casi todo el país y las posibilidades de mejorar el nivel de vida de muchos colombianos. La paz la construimos entre todos, no es un asunto exclusivo del Gobierno y el camino para encontrarla apenas comenzamos a transitarlo.

Ñapa1. El Festival Folclórico Colombiano nació en 1959, en plena violencia, como un esfuerzo para lograr un receso en las acciones violentas y “cubrir con pétalos de flores el manto de sangre que cubría al Tolima”. Comandantes guerrilleros de Chaparral lo disfrutaron en el Café Nutibara, con la protección del gobernador Rafael Parga Cortés. Fue el arranque para las fiestas del retorno en los municipios y la firma de los acuerdos de conciliación entre autoridades, líderes políticos y cívicos de los municipios como Chaparral.

El Festival que se celebró durante el San Juan, tendió la mano para que Neiva iniciara su festival, llevando para su tierra los artistas traídos al Festival Folclórico. En la versión de este año y siguiendo nuestro ejemplo de aquella época, los huilenses le brindaron un espacio a los reinsertados de las Farc que se lucieron con su delegación cultural.

El primer Festival Folclórico fue la primera gran demostración a nivel nacional de la importancia de la música y la fiesta en el proceso de reconciliación y lo que acaba de ocurrir en Neiva, indica que ese es uno de los caminos que debemos transitar para construir la paz.

Ñapa 2. Uno de los mejores y más premiados caricaturistas del país y colaborador de El Nuevo Día, Carlos Arturo Romero, ha editado un libro de lujo con sus caricaturas, algo para conservar y hacer un buen regalo. Felicitaciones sinceras al artista y amigo comprometido con el periodismo independiente.

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