Que a uno lo engañen con un billete de tres pesos no pasa de ser una pendejada, pero que lo amenacen con una condecoración del Congreso, es para sentirse como alias “la mechuda“, quien recibió la amenaza de un golpe en la cara por parte de Uribe.
La condecoración de la parlamentaria del Tolima a un peinador llamó la atención. Esa misma dama, hermana de quien corrieron del Congreso después regalarle medallas hasta al Bobo del Tranvía y la Loca Margarita y clienta del condecorado, es experta en ese oficio, pues ya se había creado la necesidad de condecorar a los mafiosos que financiaron y coronaron candidatas al reinado nacional de belleza de Cartagena, no hace muchos años.
La cola para esa condecoración es larga para no dejar por fuera personajes que la merecen: funcionarios públicos con títulos chimbos, entre ellos el alcalde de Bogotá; profesores universitarios condenados o procesados, por engañar a sus instituciones para incumplir sus compromisos por los viajes de especialización y cobrar el favor con cuentas chimbas.
Ni más faltaba dejar sin condecoración el negocio de la cafetería de la UT, los profesores que se hacen pagar, con artimañas, más sueldo del que merecen, los que devengan por vegetar y desviar dineros de investigación y, lógico, los inofensivos logreros que les dio por declararse perseguidos políticos.
En la cola están los plagiadores y los que publican trabajos con información adulterada o inventada, como la aparecida en un libro de la UT con plumaje arqueológico. También hacen cola los que pavimentaron la carretea Prado-Dolores, Luis H. Rodríguez y su pandilla comprometidos en las hazañas de los escenarios deportivos de Ibagué, los que iniciaron el cuento del acueducto alterno de Ibagué, los contratistas de los puentes caídos con su inauguración, los que contrataron alimentación para los niños y niñas de las escuelas rurales, los que financiados por Cortolima y la pantalla de una ONG (“Arriba Colombia”…???), tumbaron con supuestos proyectos de Educación Ambiental.
Prelación deben tener en la cola los de Dragacol, Invercolsa, Saludcoop, Reficar, la privatización del río Magdalena, los negociadores de licencias de explotación del subsuelo, los que han legalizado los robos de baldíos y tierras de campesinos, los que lograron medallas con falsos positivos, los que volvieron vísperas de jueves el patrimonio arquitectónico de Ibagué, los que utilizaron el Consejo Departamental de Patrimonio Cultural para contratos enmosados y los que cogieron la Academia de Historia del Tolima de barranco para sus tumbadas históricas.
No van a alcanzar los días de sesiones en el Congreso para condecorar a los funcionarios y particulares corruptos que recibieron coimas de Odebrecht, para favorecerlos con licitaciones multimillonarias. Sin olvidar a los que han saqueado al Chocó a través de los años.
Tocará dejar aparte las condecoraciones para Pretelt y su recua de magistrados, fiscales, jueces y abogados que venden justicia al mejor postor, entre los cuales sobresale, de lejos, el exfiscal Luís Camilo Osorio, merecedor de la gran cruz, como protector de quienes financiaron el paramilitarismo y por la designación de su batichica, a quien ubicó estratégicamente en Cúcuta para que desde allí sirviera de brazo legal a mancuso, el ‘Iguano’ y todos los paramilitares que operaron en esa región con hornos crematorios y asesinaron, entre otros, a la siempre recordada fiscal de derechos humanos María del Rosario Silva.
Este mismo personaje Osorio hizo méritos para la condecoración con la promoción y protección de otro fiscal estrella, hoy condenado, Guillermo Valencia Cossio y con los homenajes a militares comprometidos con los falsos positivos.
Tampoco se le puede cortar la cara a Lucio delincuente y asesor en asuntos éticos y espirituales de Vivianne.
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