Coronavirus: El costo económico, el costo humano y el costo político

Luis Fernando Garibello Peralta

Por estos días el mundo entero le ve la cara a la muerte expresada en el coronavirus, hay gente “secuestrada” en hoteles y gigantes cruceros porque allí  fue detectado el germen, y miles de turistas en estos lujosos barcos esperan la muerte o al menos un contagio inminente encerrados en sus pequeños cuartos.
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Los mercados han respondido nerviosos ante el COVID-19 que ya superó los 3000 muertos en China. El gobierno liderado por Xi Jinping fue acusado de ejercer presión sobre la Organización Mundial de la Salud para que no decretara alerta máxima y los dirigentes de la provincia Hubei cuya capital es Wuhan, negaron la realidad pues esperaban alojar miles de integrantes del partido comunista en un congreso y con esto romper un récord guinness en un almuerzo de muerte. Esta situación no me genera tristeza como si recordar lo que pasó en Ruanda 1995 y en Siria en la actualidad. En la primera y ya en pleno siglo XX cuando las noticias eran en directo, el mundo vio un enfrentamiento tribal que causó 800 mil muertes en imágenes que ni Dante Alighirieri o Goya en sus pesadillas más escabrosas hubiesen tenido, la humanidad entera simplemente miró hacia otro lado, nadie respondió y el único que ha cargado con el peso de la historia, ha sido el Coronel Francés Jean – Remi Duval. Por otra parte en Siria desde la primavera árabe de 2011 se desató una cruel y dolorosa guerra civil. La gente cansada de un gobierno de minoría alauita, encontró solo la salida militar dado que el Dictador Al Asahd no ha cedido un milímetro y cree literalmente, que Siria le pertenece. En lo que empezó como un descontento, y ante la debilidad del gobierno, terminó metido el autodenominado estado islámico, luego Rusia, Estados Unidos y hasta Irán, empeorando aún más las cosas, temas puramente geopolíticos. Curioso resulta que siendo médico de profesión, Al Asahd haya devastado al país, a tal punto de que en nueve años van 380 mil muertos entre los cuales calculan algo más de 20 mil niños y 11 millones de desplazados, y médico el tipo. Las grandes potencias han puesto a hablar sus fusiles, sus grandes y poderosas armas y nadie, nadie, ha dicho nada en este teatro de guerra, en la Ruanda del siglo XXI. Nos ha preocupado más un virus por supuesto peligroso que los muertos contados en cientos de miles y niños mutilados que ya ni por noticieros comentan, simplemente no importan. Las noticias sobre el virus en sí mismo y su rápido contagio son eminentemente económicas y hoy, cuando escribo esta nota, dicen que el gran peligro es que se propague por África, pues allí es conocido por todos, no hay con qué atender nada (política). Los mercados se agitan (economía), los medios abren sus franjas informando los costos económicos que tendrá esta crisis sanitaria en un país de mil cuatrocientos millones de personas, pero que afecta al mundo entero, y donde se ha dejado claro que la salubridad en China sumado a sus costumbres alimenticias, siguen abriendo espacios a cualquier pandemia potencial desde hace siglos, no en vano en el siglo XIV, la llamada peste negra causó un total de 75 millones de muertos, el 17% de la población mundial, comenzó por Asia y a través de las rutas comerciales llegó a Europa. La Gripe de 1918, llamada también “La Dama Española”, causó unas 50 millones de muertes, el 2.73% de la población mundial, y por primera vez llegó a América del Norte a través de soldados, sin causar la devastación que ocasionó en el viejo continente. Luego otra gripe, esta vez con el nombre H2N2 en 1957. Apareció otra vez en Asia, se estima que causó 1.1 millones de muertes, el 0.04% de la población mundial y por primera vez Colombia la sufrió,  cuentan mis padres que siendo jóvenes vieron morir muchas personas: amigos vecinos, amigos niños y que aquellos que no sucumbieron como mi abuelo materno, estuvieron por un tiempo largo en cama, tan solo con su piel como cobertor de sus propios huesos, le llamaron casualmente: “La Peste Asiática”. Me pareció fácil entender el contagio que tiene muerto de miedo al mundo, viendo esta semana en el transmilenio que me llevaba a casa, repleto de gente y en medio del segundo diluvio universal bogotano como testigo de excepción que fui, a una mujer que a mi lado estaba usando su celular donde se podía ver un mensaje que me pareció conocido pues lo había recibido en mi teléfono un día antes, aquel que cita al libro: The Eyes of Darkenes (en inglés) publicado en 1981 cuyo virus se llama Wuhan 400, nada más terrorífico que 40 años después cobrara vida en nuestra realidad. 

Así como se expanden en segundos los mensajes pensé, llegaría este virus a cada esquina del mundo entero, no obstante, la influenza, la gripa “normal” que nos da unas cuantas veces al año, tan solo en 2019 mató en nuestro planeta unas 100 mil personas, lo que pasa es que no todos los días se cierra la “fábrica del mundo” que es China con sus consecuencias económicas y beneficios ambientales, curioso. Yo lo que creo en realidad, es que esta es la primer paranoia mundial virtual por cuenta de las redes sociales, y el terrible manejo que le hemos dado a estos artilugios. La crisis ya está pasando, al menos en China, según los datos más recientes del Servicio de Monitoreo de la Atmósfera Copernicus, quien indicó han subido los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera, lo que sugiere que ya están trabajando nuevamente y llevando en sus loncheras pangolines y demás viandas como siempre. Qué triste y poético, cuando apenas el mundo se apresuraba a respirar un mejor aire por cuenta del cierre de fábricas, se nos cerraron las narices por la gripa.

LUIS FERNANDO GARIBELLO

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