Sin embargo, -y en esto parece tener razón nuestro Senador Jorge Enrique Robledo – cuando se trata del modelo económico propuesto para el país, el abanico de colores se reduce esencialmente a dos modelos, que en nuestro caso esquemáticamente podrían ubicarse en el neoliberal y el social democrático.
Santos es distinto a Uribe, en la forma de orientar el Estado, frente a temas trascendentales del país. Afortunadamente. Pero, muy semejante en la visión de modelo económico vigente para Colombia. El Presidente Santos cuenta con aceptación mayoritaria de opinión pública en el manejo de las relaciones internacionales. El país lo respalda por su trato equilibrado, sereno, diplomático de asuntos claves de gobernabilidad. Igualmente lo acompaña en su apuesta por avanzar en la conquista de instancias duraderas de paz. También en sus propósitos de restitución de tierras arrebatadas a sangre y fuego a humildes campesinos por los paramilitares y la guerrilla. Sin embargo, en relación con el proyecto de reforma tributaria que el Ejecutivo presentó al Congreso, el consenso mayoritario de respaldo en opinión pública, no será tan arrollador como en los casos atrás citados. Al contrario, amenaza con ser ampliamente adverso. Ahí el arco iris de apoyo se aleja y regresa el panorama gris del cuestionador blanco y negro.
Y, no es sólo por establecer cargas tributarias, que nadie en ninguna parte aceptaría mayoritariamente con felicidad y alegría, sino –en este evento particular y concreto – porque el peso de la reforma tributaria cae en las espaldas adoloridas económicamente de las clases medias, mientras que las grandes oligarquías nacionales y las poderosas empresas extranjeras, siguen intocables en sus multimillonarias ganancias. O sea, porque se evidencia que el Estado, a la hora del té del recaudo tributario, privilegia y favorece a los inmensamente ricos y grava y sacrifica a los pobres. Así de sencillo, aunque aparezca como una tesis bastante cargada de rojo de izquierda radical. Pero, no es sólo problema alegre de colores sino solemne de impuestos, que tocan los bolsillos de los colombianos, tan sensibles para estos efectos como los ojos.
La realidad política colombiana, para poder tratar de entenderla, debe ser observada bajo la lente diversa del arco iris político, y no del blanco y negro con que se analizó equivocadamente en el cercano y lejano pasado histórico nacional. Precisamente, porque en el poder se mueven sectores, franjas, tendencias con distintos intereses en varias instancias de gobernabilidad.
Credito
CAMILO A. GONZÁLEZ PACHECO
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