El ministerio de las leyes

El Honorable Congreso de la República de Colombia actúa institucionalmente en calidad de dependencia adscrita a la Presidencia de la República, algo así como el Ministerio de las Leyes.

El Honorable Congreso de la República de Colombia actúa institucionalmente en calidad de  dependencia adscrita a la Presidencia de la República, algo así como el Ministerio de las Leyes. Al menos, esa fue la imagen que transmitió a la opinión pública en este período de sesiones ordinarias. Si bien es cierto, que abordó temas peliagudos como el fuero militar y la reforma tributaria, entre otros,  el poder legislativo decisorio al final no estuvo en manos del propio Legislativo sino del Ejecutivo, evidenciando en la práctica el rompimiento de un sano equilibrio y balance entre poderes, propio de un esquema tradicional de Estado de Derecho.

Las discusiones conceptuales, no se dieron en las Comisiones, ni los debates de contenido político en relación con los proyectos legislativos en las Plenarias de Cámara o Senado,  sino unas veces en Presidencia de la República y otras en casa de congresistas aliados del Presidente Santos. O sea, a la hora de la verdad, no hubo discusión parlamentaria objetiva e independiente de los principales proyectos de Ley –salvo contadas intervenciones de reconocidos parlamentarios de oposición- que se aprobaron a la sombra de agradables ágapes legislativos.

El balance legislativo –hablando en términos de democracia – resulta entonces lamentable. El Ejecutivo domeñó y doblegó la independencia del Legislativo. En los diferentes ágapes legislativos de las mayorías parlamentarias, debió reinar a sus anchas la zanahoria burocrática. De ahí, que los proyectos legislativos empantanados, a última hora resucitaron fortalecidos luego de las reuniones de las bancadas aliadas al Presidente, -con el Presidente y sus ministros- en los que el presupuesto nacional, la nómina burocrática y otros menesteres y dadivas oficiales, debieron jugar papel trascendental para su aprobación, más allá de los beneficios que pudiesen representar para las mayorías sociales y la vigencia de democracia integral en el país. 

El Legislativo sesiona entonces para salvar iniciativas legislativas, en lugar distinto al Congreso de la República, precisamente en terrenos propios del Ejecutivo. Los partidos de la alianza con el Presidente no existen en la discusión conceptual de temas legislativos trascendentales para el país, y son reemplazados por las bancadas parlamentarias con acuerdos, no programáticos pero sí burocráticos. El Congreso de la República entonces, pierde decoro legislativo, que en últimas constituye su principal función constitucional. Mal precedente. Muy malo para el avance integral de la democracia en Colombia. 

Credito
CAMILO A. GONZÁLEZ PACHECO

Comentarios