La fuerza de la academia

La academia se ha convertido en un protagonista de primera línea en los diálogos de paz que adelanta el gobierno del Presidente Santos con las FARC en la Habana. Al menos, esto se puede concluir a partir de los comunicados que las partes han emitido para referirse a las propuestas recibidas en relación con el tema de política agraria.

La academia se ha convertido en un protagonista de primera línea en los diálogos de paz que adelanta el gobierno del Presidente Santos con las FARC en la Habana. Al menos, esto se puede concluir a partir de los comunicados que las partes han emitido para referirse a las propuestas recibidas en relación con el tema de política agraria. La mano salvadora de la academia, para saltar los eternos empantanamientos que en ocasiones anteriores se presentaron en este mismo tipo de conversaciones, se percibe en la superación real y práctica de frío hueco de las ideologías y el candente monte de las pasiones políticas. Lo ideológico, por lo general, enreda cualquier tema en el nebuloso mundo donde se pierden de perspectiva las coordenadas de tiempo y espacio; y con la pasión política, se pretende ganar siempre los debates, con razón o sin ella.

En la academia se resalta la importancia del aquí y el ahora, o sea, la particularidad del tema en discusión tanto en el tiempo como  en el espacio. No mencionar en las propuestas agrarias las antiguas consignas de ataque rabioso  al latifundio y la clase terrateniente, como saludo pendenciero y de entrada, para abordar el asunto agrario, representa un avance así sea formal en el lenguaje del grupo subversivo. Un adelanto proveniente de alguna manera de la academia colombiana. Sobre todo de estudiosos y expertos en el campo colombiano, que han precisado, enseñado y divulgado por años los efectos nocivos que conlleva para el desarrollo de la nación la existencia de latifundios ociosos e improductivos, o inadecuadamente explotados. También la academia colombiana, ha logrado precisar un enfoque conceptual moderno de reforma agraria, que incorpora elementos esenciales y actuales como lo ambiental, territorial, de participación democrática en su diseño y ejecución, y sobre todo en procura de alcanzar, mantener y garantizar en la nación la soberanía alimentaria como fin inexorable del desarrollo agrario.

Esos avances conceptuales están siendo acogidos por el grupo subversivo como base de sus propuestas de diálogo. Enhorabuena. Lo anterior tiene, tanto de largo como de ancho. De bueno, que ayuda a avanzar el proceso de paz. De regular, que el grupo subversivo se apropia, sin dar siquiera las gracias, de un patrimonio conceptual de la izquierda democrática colombiana, forjado por la academia sin distingos políticos; y se arroga como propias de las banderas políticas que son del campesinado colombiano. Pero, si todo contribuye al avance de la paz en Colombia, se justifican los sacrificios políticos e históricos, aún –parodiando a Bolívar – con el descenso tranquilo de la actual izquierda democrática al sepulcro electoral.

Credito
CAMILO A. GONZÁLEZ PACHECO

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