La democracia es hasta el momento el sistema de gobierno que goza de más aceptación y legitimidad. Atribuye el poder al conjunto de los ciudadanos. Puede ser indirecta o representativa, cuando el pueblo mediante el voto, delega la facultad de decidir; semidirecta o participativa, cuando se expresa a través de plebiscitos, referendos, consultas, revocatorias e iniciativas populares, entre otros mecanismos; y directa o democracia en estado puro, que fue la que se vivió en la Atenas de la antigüedad.
Así pues, la democracia se fundamenta en la soberanía popular, la participación, el pluralismo, el consenso. Sus valores son: el principio de las mayorías; el respeto a las minorías y la existencia de la oposición política; la reversibilidad (las mayorías coyunturales no son para siempre); división, control y responsabilidad del poder; publicidad y régimen de opinión pública;
La crisis de la democracia liberal, comienza, según lo expresan algunos analistas, cuando los principios a que hemos hechos referencia se desconocen o corrompen por sus enemigos. En este sentido, estaremos ante una crisis democrática, si desaparece el pluralismo; si la voluntad de la mayoría se usa para aplastar las minorías; si se viola el principio jurídico de la igualdad; si no se respetan las reglas de la competencia política; si la oligarquía se quiere imponer frente a los derechos y las demandas de la mayorías; si se desconocen las instituciones, la separación de poderes el sistema de pesos y contrapesos que ello supone.
En el mundo han hecho su aparición todos los fenómenos que nos indican el ataque a los principios enunciados: La consolidación, en muchos países, de partidos de derecha, fascistas, xenófobos, racistas, fanáticos religiosos, discriminatorios; la manipulación política de redes sociales y falsas noticias; líderes populistas mentirosos, irrespetuosos y megalómanos, que insultan y desprecian a personas, minorías, y pueblos; que olímpicamente ignoran tratados e instancias internacionales e irresponsablemente, atentan contra el precario equilibrio internacional. Allí tenemos al paradigma de esta época: Trump.
En América Latina nos topamos con salidas en falso de Maduro. Cooptando poderes. Y pasándose, por la faja, de cuando en cuando, su propia Constitución. Y Bolsonaro, arremetiendo contra los diversos sexualmente, las mujeres, los indígenas y la Amazonía.
Y en Colombia, donde la democracia no ha sido integral, la derecha por conducto del Centro Democrático, ataca toda la institucionalidad. Irrespeta la Corte Constitucional, la Corte Suprema de Justicia, al Procurador, a la oposición y los acuerdos de Paz.
Hace campaña sucia de forma más desvergonzada contra la JEP. Arremete ferozmente, contra las propuestas de restitución de tierras. Presenta reformas regresivas, entre otras la tributaria. Es decir, gobierna y está en la oposición. Pero siempre, atacando la democracia.
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