Aún resistiendo

Camilo González Pacheco

Andrés Manuel López Obrador, Presidente de México, demandó de España, un pedido de perdón, por la invasión y las tropelías que cometieron los conquistadores en su país contra los pueblos indígenas. Esta solicitud de disculpas la hizo extensiva al Papa por cuanto la conquista, como es bien sabido, no solo se hizo con la espada, sino también a nombre de la cruz.

El gobierno Español, rechazó tajantemente la petición, aclarando que el Rey es un Jefe de Estado de escasos poderes y que su labor diplomática depende del Presidente, pero se comprometió a trabajar conjuntamente en pro de la cooperación y la amistad.

Terciaron políticos, historiadores y académicos. Entre estos últimos, Arturo Pérez Reverte, quien se declaró, harto de que la historia de España con toda las luces y sombras como la de cualquier otro país, se haya convertido en el tiro al blanco de todos los demagogos, oportunistas y golfos de dentro y fuera, para rematar diciendo que parecía un concurso para ver quien escupía más fuerte y más lejos.

Al interior de su país Amlo también fue criticado y señalado de ser un cronista juzgando el pasado. Según una encuesta realizada por el diario el Universal, la gran mayoría (el 67%) de los lectores consideró que España contemporánea, nada tiene que ver con la de hace cinco siglos; tan solo un 26% estimó que la disculpas si eran necesarias para afianzar la reconciliación.

López Obrador, en su discurso de conmemoración de los quinientos años de la batalla de Centla, en la que Hernán Cortés derrotó a los indígenas mayas para encaminarse a Tenochtilán capital del Imperio Azteca, acepta sin discusión, que lo sucedido hace quinientos años, no puede juzgarse a la luz de consideraciones contemporáneas, (como lo dejan claro los historiadores), pero reiteró que aunque se negara, las heridas aún estaban abiertas, y por ello, era mejor reconocer que se habían cometido abusos y errores. Pedir perdón, y así, hermanarse y reconciliarse con España.

Muchos lo apoyan y opinan que sería bueno para la conciencia de la humanidad que la historia no se oculte, que se mantenga la memoria colectiva de los hechos más atroces. Que se resguarden testimonios y levanten museos, para que tales hechos no queden impunes y no se vuelvan a repetir. Recabando en que sería digno, que los países del viejo continente tuvieran un gesto, hacia todos los países que avasallaron.

¿Que las heridas están aún abiertas y supurantes? No queda la menor duda. Basta mirar lo que sucede en Colombia con nuestra minga indígena, sufriendo todavía las consecuencias del despojo de su ser, su identidad, su cultura, sus riquezas, sus tierras. Aún resistiendo.

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