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Ante Naciones Unidas dijo: “…vengo de la tierra de las mariposas amarillas y de la magia. Allí en las montañas y valles de todos los verdes, no solo bajan las aguas abundantes, bajan también los torrentes de la sangre”. Así ambientó el realismo mágico de su “paz total”. Luego agregó: “Mientras hipócritas persiguen las plantas con venenos para ocultar los desastres de su propia sociedad, nos piden más y más carbón, más y más petróleo, para calmar la otra adicción: la del consumo”.
No escapará al lector que dichas claves, de gran poder en la literatura, donde los finales felices son exiguos, aplicadas a la política entrañan peligrosos escollos. Ciertamente, en lugar de gas y petróleo para energizar refrigeradores, sería más poético que el Old Parr se refrescara con las nieves perpetuas de la Sierra Nevada. Las parábolas macondianas son de una belleza trágica. Al coronel jamás le llega su pensión, la hermosa Nena Daconte se desangra en la IPS sin que nadie pueda detener la hemorragia causada por la espina de rosa en su dedo anular, Eréndira se extravía en el desierto infinito de su desgracia, huyendo con el chaleco de oro que le tejió a la abuela desalmada con el sudor de sus piernas.
Pese a las arcanas intenciones del gobierno, los asesinatos de policías y líderes sociales se han recrudecido, y mientras funcionan los ensalmos alquimistas para que la energía de vientos, rayos y centellas realice las consultas y cumpla los requisitos del Acuerdo de Escazú, nos veremos obligados a cocinar con carbón de leña.
Por el contrario, en el cine, los guiones regresan al héroe con el cáliz del elixir en la mano. Rodrigo y Gonzalo García Barcha producirán el seriado de la obra maestra para Netflix. Será rodada en español con nuestras locaciones, música y costumbres, devenidas mito universal.
En lugar de sellar nuestro destino con su lánguida fatalidad Humana, Petro pudiera proponerles la construcción de un gran parque temático donde el mundo sacie la curiosidad del universo florido que vio a Remedios la Bella ascender al cielo; origen de los Buendía, la cumbia, el vallenato, el porro, el mapalé, el merecumbé, la salsa colombiana; ese hedonismo fugaz amenizado con gaitas, flautas de millo, tambores y guacharacas, cuna de jubilosas y épicas tribulaciones. Contamos con islas, playas, ríos, valles y montañas incautados a las mafias, para que este pueblo maravilloso pueda mostrarle al mundo su verdadero rostro.
Frivolidades menos autodestructivas que descuajar a Ecopetrol, priorizar subsidios sobre empleos o arrasar con la salud. Empeños de la saga de José Arcadios que gobierna, heredera de los que acabaron los ferrocarriles, la agricultura y hoy se creen únicos intérpretes de nuestra “segunda oportunidad sobre la Tierra”.
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