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Hacer ciencia, no es fácil, y crear conciencia en la clase dirigente de un estado como el nuestro, es mucho más difícil. De pronto, por un lado, porque ese tema es a largo plazo. No es inmediato y no produce votos o clientela política y, por el otro lado, porque no hay forma de ‘morderme al erario’, de ‘coronarse unos billetes’, ahí no hay, ni varilla ni cemento. Adicionalmente a ello, existe una gran ‘pereza’ educativa sobre todo aquello que implique dedicación, estudio y abnegación en los temas a investigar.
Pero... ahí, es precisamente, donde reside el éxito de las naciones, de las comunidades, de la gente. En invertir en el tema científico. Hoy en día, es el conocimiento, el que lideran la política mundial. Así lo demuestra el tema del nuevo “Coronavirus”. El ajedrez geopolítico tiene nuevas fichas, en donde juegan un papel importantísimo los laboratorios de investigación científica. Países como Estados Unidos, China, Francia, Inglaterra, Rusia, invierten millonadas en ciencia. En Latinoamérica, apenas ‘aprendemos vocales’, como diría Santiago Barreto, al referirse al ejercicio de la Democracia en nuestro país. Muy seguramente en Brasil, con la Universidad de Sao Paulo a la cabeza. Allí se realiza una valiosa investigación...
Pero además de los recursos, ‘hay que tener pepa’, como dicen los muchachos. Los políticos, a veces lanzan ‘fake news’ o noticias falsas, que tienen que ver con ciencia, con muy escaso fundamento, y todo para lucirse geopolíticamente y obviamente buscando réditos económicos para sus empresas multinacionales. Hoy es el caso del “Covid-19”.
Las vacunas no son fáciles de hacer. Tenemos el caso Margaret Heclerk, encargada de la salud pública en el gobierno de Ronald Reagan, quien en el año de 1984 anunciaba a los cuatro vientos que, en dos años habría una vacuna para prevenir el SIDA. Ya han pasado más de 35 años y, la vacuna aún no existe. Existen fármacos para atajar de una forma el avance de la enfermedad, pero no se puede prevenir. Con el tema de la Malaria, no se ha culminado nada, en ninguna parte del mundo. Como lo dijo un programa de la National Geographic sobre el tema, “lo único que hay, es lo que tiene un colombiano de apellido Patarroyo en Bogotá”.
Harto, poco, o mucho, es lo único que existe. No le han dejado hacer más. Pero aquí, lo que ha sucedido, es algo muy curioso. Han sido algunos colombianos, los mismos encargados de ‘darle palo’ a un tolimense que ha dedicado su vida a desarrollar teorías científicas sobre vacunas sintéticas. Lo peor de todo es que, sus detractores, lo que buscan es darse ‘caché’, atacando al investigador. No es más, no han escrito nada serio, ni han producido alguna publicación científica de impacto internacional. Son apenas ‘corbatas’ del gremio médico. Incluso, tenemos una en Ibagué que ocupa una decanatura en una universidad pública en la capital tolimense, y que vive “cuestionando”, el trabajo de Patarroyo. Lo que nos faltaba por estos lares. ¡¡¡“Tras de cotudos, abotonados”!!!
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