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Él mismo se autodefine como libertario, categoría que utiliza Javier Milei en la retórica, pero en la práctica y en el actuar son furiosos enemigos de propuestas de naturaleza progresista.
Musk ha opinado en algunos momentos en contra de la política de subsidios para los pobres, sin embargo, sus empresas se han beneficiado en miles de millones de dólares en exenciones tributarias y otros incentivos de los gobiernos estatales, como lo señaló el New York Times, cuando apenas afilaba sus colmillos para comprar Twitter que luego rebautizó como X.
El caso de Musk es emblemático para la preocupación creciente que se genera por la presencia de varios multimillonarios en el escenario político global, con intenciones de moldear narrativas, influenciar claramente decisiones políticas y por supuesto, afectar la soberanía informativa de los países.
Esta preocupación manifiesta ya empieza a ser analizada por estudiosos de las redes y la información. Se acuñan expresiones como: Neocolonización Digital de América Latina, en la medida en que estos multimillonarios están generando una nueva colonización, ya no a través de ejércitos armados, sino promoviendo la manipulación de la información y las redes sociales.
Un ejemplo en el que se profundiza este análisis, es el caso de la adquisición de la plataforma X, que le permite a Musk, controlar flujos de información, silenciar voces que no le gustan y son disidentes, además de promover agendas políticas que lo benefician económicamente.
En América Latina, las redes sociales se han vuelto un espacio crucial para el debate político, también han sido vehículo para que Musk intervenga groseramente en Venezuela donde se unió a las propuestas de la extrema derecha, promoviendo una polarización peligrosa que recortaba el campo de acción para salidas soberanas negociadas entre los venezolanos.
La concentración del poder mediático en manos de una élite de multimillonarios poderosos es un gran riesgo. Instalan discursos, desinforman al público, socavan la soberanía y los procesos democráticos del país. En su libro Infocracia, su autor Byung Chul Han, nos alerta cómo las decisiones políticas no se basan en la verdad o el debate democrático, sino en la habilidad de unos pocos para controlar qué se dice y cómo se dice.
Esta injerencia se ve todos los días en Colombia, en contra del gobierno progresista. Los grandes medios de comunicación propiedad de millonarios poderosos, desinforman, editorializan, hacen activismo político (ya tienen candidata que se presentará como una Outsider) y buscan generar un clima de desánimo y pesimismo.
Ante esta situación es necesario que los gobiernos controlen la intromisión indebida en la política a través de las redes como se hace en Brasil con la plataforma X de Musk, y que la sociedad civil exija una mayor transparencia y control sobre como se manejan y distribuyen las noticias, las narrativas en las plataformas dominadas por poderosos intereses privados.
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