El día del periodista se celebró el pasado 9 de febrero. El Tolima ha sido pródigo en periodistas y literatos. El caso del Líbano es un ejemplo del periodismo del departamento. Desde principios del siglo pasado el Líbano era un próspero municipio con gran actividad económica y cultural. El café era su principal industria y la edición de páginas y periódicos estaba a la orden del día. A principios de siglo se publicaba el periódico de la imprenta local “El Municipal del Líbano”, órgano de los intereses locales.
Sobresalía el periódico “Cortafrío” el cual tenía como jefe de redacción a Jorge Ferreira Parra, quien en palabras de Gonzalo Sánchez era “un campeón de la libertad de prensa y la libertad de conciencia”.
Por ser Jorge Ferreira Parra el abuelo de mi esposa, Clara Inés Vargas Ferreira, quien esta columna escribe, está familiarizado con la actividad periodística y literaria de Ferreira Parra. Se conservan algunas páginas de “Cortafrío” y se conoce por vía oral su actividad periodística. Nació Ferreira Parra en Lérida en 1883. Su familia se trasladó al Líbano en 1907. De origen liberal su padre Antonio Ferreira, tolimense también, tenía inquietudes literarias y políticas. Participó en la fundación del para la época caserío de Santa Teresa y fue nombrado alcalde del Líbano en 1913 por el gobernador, si bien los conservadores trataron de impedir se posesión. Por intervención del general liberal Antonio María Echeverry fue posible iniciar su gestión como alcalde.
Jorge Ferreira heredó de su padre las inquietudes literarias y en 1912 integró el cuerpo de redacción del periódico “Cortafrío” junto a los periodistas Ramón Cifuentes y Marco A. Rodríguez (director). “Cortafrío” que se convirtió en un órgano divulgador de las ideas liberales y los movimientos progresistas de Europa publicándose en la Imprenta Ferreira. Poeta, además, Ferreira Parra tenía un estilo satírico. Ejerció el periodismo con valentía en una época de confrontación entre los partidos liberal y conservador. Cifuentes y Rodríguez habían fundado con anterioridad un periódico “Balbuceos”.
Ferreira Parra firmaba sus columnas y artículos con el nombre de Colorado escritos en prosa o en verso. Utilizaba también el seudónimo de Ravachol, seudónimo también de un anarquista francés guillotinado en 1892.
En 1921, el obispo de Ibagué, Monseñor Pedro María Rodríguez Andrade prohibió bajo pena de excomunión la lectura de “Cortafrío”, instando a Ferreira Parra a no volver a escribir. Su respuesta fue:
“¿Que deje yo de escribir?
¡Imposible, jamás, nunca!
¿Quedar mi existencia trunca?
No lo podéis conseguir
Mas bien prefiero morir
que acallar mi pensamiento.
Ni por un solo momento
dejaré apagar la idea
Porque ella es en mí una tea
Que no apaga el débil viento.
Jorge Ferreira Parra murió en el Líbano en 1937. Según el historiador Gonzalo Sánchez, Ferreira Parra fue como se dijo “campeón de la libertad de prensa y de la libertad de conciencia, luchador contra el oscurantismo y los vicios de la sociedad”.
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