Un agradecimiento al maestro

Pablo Isaza Nieto

Recientemente la página literaria Brain Picking trajo una bella nota sobre reconocimiento del escritor francés Albert Camus a su maestro de primaria. Se refería a que muy pocas cosas son más conmovedoras que el testimonio que un ser humano expresa a otro con sentimientos de profunda gratitud. Uno de los ejemplos más hermosos de agradecimiento viene de Albert Camus (7 de noviembre de 1913 a 4 de enero de 1960), un escritor que a través de sus libros exaltó el vivir una vida con un sentido de felicidad y amor.

Cuando Camus tenía menos de un año, su padre murió en el campo de batalla de la Primera Guerra Mundial. Él y su hermano mayor fueron criados por su madre analfabeta, casi sorda, y una abuela despótica, sin apenas perspectivas de un futuro brillante. En un testimonio de lo que sucede cuando la educación alcanza su máximo potencial para ennoblecer el espíritu humano, un maestro llamado Louis Germaine vio en el joven Albert algo especial y emprendió la tarea de ayudar a cumplir los propósitos de un niño, su alumno, como debe ser la tarea de un maestro. Bajo el ala de su maestro, Camus llegó a trascender y a convertirse en el Premio Nobel de Literatura mas joven en recibirlo, el 19 de noviembre de 1957. Unos días después de recibir tan alto honor, Camus reconoció el impacto de su antiguo maestro con tal “seriedad clarividente” en una hermosa carta de agradecimiento a su maestro de la infancia:

“Querido Monsieur Lois Germain, dejo que la conmoción que me rodea en estos días se calme un poco antes de hablarles desde el fondo de mi corazón. Me acaban de dar un honor demasiado grande, uno que ni busqué ni solicité. Pero cuando oí las noticias, lo primero que pensé, después de mi madre, fue en ti. Sin ti, sin la mano afectuosa que extendiste al pequeño y pobre niño que yo era, sin tus enseñanzas y tu ejemplo, nada de esto habría sucedido. Yo no hago mucho este tipo de honor. Pero al menos me da la oportunidad de contarte lo que has sido y lo que sigues siendo para mí, y de asegurarte que tus esfuerzos, tu trabajo, y el corazón generoso que le pusiste siguen viviendo en uno de tus pequeños colegiales que, a pesar de los años, nunca ha dejado de ser tu agradecido alumno. Te abrazo con todo mi corazón”.

En abril de 1959, el profesor Gremain, también escribe una bella carta que se inicia así: “No puedo expresarte la alegría que me diste con tu gesto de gracia o la forma de agradecer. Si fuera posible, abrazaría con fuerza al niño grande en el que te has convertido y que siempre quedará para mí, “mi pequeño Camus”.

Es la Francia de ayer y de hoy. En la Colombia hoy, cada doce días asesinan a un maestro. Ellos no alcanzan a recibir cartas de agradecimiento.

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