Rumbo a la oclocracia
Han pasado 40 días desde que se inició, el 28 de abril, el paro nacional que tiene en jaque al gobierno de Iván Duque y llevó a la sociedad civil a pagar una alta cuota de sangre y dolor en busca de unos cambios que, con mucha seguridad, no llegarán. Entrar a las redes sociales, por estos días, es una verdadera prueba de resistencia sicológica. Facebook perdió su gracia y la que parecía su esencia, ser un punto de encuentro entre amigos que querían compartir sus vidas. Esto desapareció. Eso por no hablar de Twitter cuyos 240 caracteres son más que suficientes para insultar y agredir a quien piense diferente. Incluso hay quienes perdieron hasta el pudor y se volvieron expertos en calumniar e injuriar por el simple hecho de defender sus teorías y a esos personajes, de la política local, que han encumbrado como si fueran una especie de mesías destinados por la divina providencia para salvar a Colombia de su propia y absurda realidad.