Argentina: el fútbol como delirio

libardo Vargas Celemin

La hazaña realizada por Argentina el pasado domingo al coronarse Campeón Mundial en Catar y las posteriores celebraciones con la llegada de los jugadores para recibir un homenaje, muestran una vez más esa obsesión que viven en este país por este deporte, que llega hasta los límites cercanos a la locura. Este martes millones de argentinos impidieron la llegada de los héroes al icónico obelisco y debió suspenderse el recibimiento de los héroes, ante la imposibilidad física de desplazarse por las calles de Buenos Aires.  
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Después de 36 años de espera por lograr la tercera estrella, los miles de rostros golpeados por el sol salieron a rendirle un tributo a Lionel Andrés Messi, el ídolo al que solo le faltaba este máximo trofeo para hacerse el poseedor de todos los récords del deporte más popular del mundo. El encuentro vibrante que sostuvieron con Francia ha hecho de esta final, una de las más emotivas de los últimos tiempos y demostraron que dos estilos de juego distintos, solo pudieron definir el ganador desde el punto penalti.

Para el argentino, el fútbol es una pasión heredada desde los comienzos del Siglo XX. La fusión de los grupos semisalvajes de los gauchos con los migrantes europeos huyéndole a las dos guerras mundiales forjaron unas comunidades hermanadas en la música y el deporte, de ahí sus cánticos interminables hasta llegar a un nuevo modelo de fanatismo como expresión de su amor a una bandera. 

En 1978 la dictadura de Videla se encargó de organizar el Campeonato Mundial para tratar de limpiar ante el mundo la imagen de torturas y persecuciones de una de las dictaduras más cruentas de América Latina. El título alcanzado en su tierra ocultó los miles de desapariciones y ejecuciones e inauguró una nueva visión del fútbol argentino que, cuatro años más tarde, sufriera la dolorosa derrota 1-0 por parte de Bélgica. Precisamente, nos lo recuerda El gráfico: “a la misma hora en que la selección se presentaba en el Camp nou, la artillería inglesa recuperaba los montes cercanos al Puerto”, pero la pérdida de las Malvinas dolió mucho menos que la eliminación del 82.

La aparición de varias figuras los hizo pensar que eran los dueños indiscutibles del fútbol mundial. La agilidad de las piernas y la pícara manipulación de las manos de Maradona, le dieron el segundo título en 1986, entonces lo creyeron dios y le erigieron “La iglesia Maradoniana” y vino entonces la sequía del título hasta que apareció el fenómeno “Messi”, la verdadera estrella que necesitaba el pueblo argentino para liberarse de sus tribulaciones sociopolíticas. Por eso, es posible esperar que algunos ya estén pensando en candidatizar a Messi, a la presidencia de la República Argentina, una locura más.

 

 

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LIBARDO VARGAS CELEMIN

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