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El actual presidente, no sé si por ingenuidad o porque realmente creía en la palabra de personajes como el expresidente Gaviria, aceptó la llegada de las bancadas liberales de Senado y Cámara y este hábilmente, una vez pasó la repartija de los altos cargos del estado y prevalido de su aporte de votos para la elección presidencial, prácticamente se convirtió en un mandatario desde la sombra.
Bien lo escribió en el siglo XIX el político e historiador español, Antonio Canova del Castillo, cuando afirmó; “No hay más alianzas que las que trazan los intereses, ni nunca las habrá”. Sin embargo, el Gobierno no calculó el apetito desmedido del expresidente y del séquito que él representa para impedir cambios fundamentales en el Sistema de Salud.
Nadie niega que existen detalles técnicos en la propuesta que deben afinarse, pues toda idea humana es perfectible y para ello están los debates honestos y sin chantajes que se hagan en el Senado y Cámara. El objetivo de mejorar la prestación de la salud es un compromiso serio, por eso impulsar proyectos alternos desde partidos de la coalición de gobierno, resulta paradójico y es un mecanismo sutil para que las fuerzas de la oposición, engrosadas con los votos del liberalismo, abran las puertas del continuismo para que todo siga igual, porque han sido ellos quienes por varios años han impulsado pequeñas reformas, sin apuntar a los pilares del problema: la existencia de las Eps.
El país pierde con el posible hundimiento de la Reforma a la Salud la posibilidad de implementar un nuevo modelo de atención primaria; también que se le dé una transformación a la administración de los recursos que el gobierno le asigna al sector; sueldos dignos, pagos oportunos y contratos definidos para sus empleados y trabajadores; estructuras hospitalarias óptimas; cancelación oportuna a las Ips para evitar sus continuas crisis y, sobre todo, mejorar la calidad, oportunidad y universalidad de la atención, con un control que evite la corrupción y el despilfarro.
Las alianzas no solo deben hacerse con grupos y partidos afines ideológicamente, sino también con quienes se comprometan con los intereses colectivos y no personales o de sectas.
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