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Luego venía otro lugar: el cruce hacia Anzoátegui. Por esa carretera subieron con vida 5 jóvenes el primer domingo de febrero del año 1995 hasta Palomar, y 36 horas después su padre iría por ellos pues ninguna autoridad podía hacerlo para llevarlos a Ibagué ya sin vida y masacrados literalmente por estos terroristas. Entre este lugar y Mariquita, antes de bajar al río Recio, se presentaban también a hacer de las suyas. Esta ruta era tal vez la más conocida para nosotros desde que éramos niños, cuando nos llevaban a Honda con el pretexto de visitar un tío y así comer un delicioso pescado en las épocas de subienda.
¿Ir al sur? ni pensarlo! ¿a qué? En el 2008 regresé al Tolima y mi interés de inmediato se situó en el Sur del Tolima y en ayudar al Gobierno de turno a llegar a municipios completamente abandonados por las administraciones Departamentales y por supuesto nacionales, se impulsaron las convocatorias del Ministerio de Agricultura, fui a Rioblanco, Planadas, Gaitania, Santa Teresa en el Norte, San Andrés en Dolores, aún era un país violento donde estos sujetos eran peligrosos a pesar de la presencia de la Fuerza Pública que por supuesto generaba ya tranquilidad. Igual sucedía en muchos otros municipios y corregimientos tomados por la guerrilla: Cajamarca y Anaime, Icononzo, Alpujarra, Tres esquinas, Gaitania, Líbano, Murillo, Dolores quien sufrió mucho por esto, sin contar con casi la totalidad de nuestro amado país.
Uribe no necesita que yo lo defienda, no sabe quién soy yo, pero sí siento la responsabilidad de escribir a los jóvenes sobre lo que era mi país, mi departamento en esos años y durante décadas, nos defendió del terror vivido de unas guerrillas nacidas del resentimiento y el olvido, pero que rápido se convirtieron en narcotraficantes anárquicos y cuyo apoyo político soterrado (discurso político pero también de armas) para destrozar familias e infraestructura entera a un costo que nunca podremos terminar de pagar. Uribe nos mostró que era un presidente de lunes a domingo, contrario a sus predecesores de rancio abolengo que nos hicieron pensar que estaban destinados a gobernar, sino además que lo hacían solo entre semana y desde Bogotá al igual que muchísimos de sus funcionarios.
Los guerrilleros nunca fueron forajidos ni barbudos de discursos románticos anquilosados en los sesenta, fueron y siguen siendo sus disidencias, unos terroristas, unos vagos vividores que solo saben crear terror y odio alimentados con el combustible que el narcotráfico les da, y unos políticos que siguen hablando de desigualdad alimentada en su profundo resentimiento y en un modelo que desearían implementar y que ha llevado a la ruina y la corrupción a Venezuela y Argentina, entre otros. Yo me imagino si las redes sociales hubiesen estado ya en aquella época y si las personas hubiesen dicho lo mismo que hoy día con una máscara virtual en un descomunal y parcializado sentido de la historia.
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