Labores invaluables

Miguel Ángel Barreto

Por estos días en el que la humanidad está sitiada en todos sus ámbitos por un virus mortal vale la pena realizar un justo reconocimiento a todos en quienes en sus espaldas ha recaído la dura tarea de sostener y apoyar a la población en confinamiento preventivo.
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En nuestro país, por ejemplo, los campesinos, a quienes muchos tratan despectivamente, hacen un enorme esfuerzo, digno de aplausos y toda clase de reconocimientos, para sostener sus actividades productivas y garantizar el abastecimiento de productos a las ciudades.

Su jornada de trabajo comienza en la madrugada en muchos casos y se extiende hasta las 6 de la tarde. Con humildad, pero con una voluntad a toda prueba, organizan todas las actividades en sus fincas para acercarse al pueblo más cercano a comercializar sus productos en las plazas de mercado o cooperativas una vez por semana, o se las ingenias para trasladar estos alimentos hasta los municipios de mayor tamaño y capitales.

Esta crisis por el coronavirus sería imposible de sobrellevar sin el sistema agrario y pecuario de la Nación, y me refiero desde las pequeñas unidades agrícolas hasta las medianas y grandes empresas de este sector.

En medio de su invaluable labor, preocupa hoy que muchos de nuestros campesinos no puedan sacar sus productos o tengan que botarlos como lo denunció este diario respecto a lo que sucede en Cajamarca y Santa Isabel, y que seguramente ocurre en otros puntos de la geografía nacional y regional.

Resulta entonces prioritario que los alcaldes en el país identifiquen los puntos críticos de la comercialización y garanticen que las cadenas de abastecimiento puedan operar regularmente en medio de la cuarentena. A la ya compleja situación de desempleo urbano por la suspensión obligatoria de las actividades económicas no se puede sumar el crecimiento de la desocupación en el campo.

De hecho y con base en la reunión virtual del pasado martes con el Ministerio de Agricultura, la Gobernación y las alcaldías del Tolima, se conoció de primera mano la oferta del Gobierno para ayudar a los productores en donde jugará un papel fundamental el acceso al crédito con bajas tasas de interés y periodos de gracia, así como un monitoreo permanente a la cadena alimentaria en medio de esta crisis.

Pero, además de las actividades del campo colombiano, hay otras labores también invaluables en medio de la emergencia. Por ejemplo, el personal médico se encuentra en el frente de batalla frente al Covid-19. Los profesionales de la medicina en general, especialmente los relacionados con bacteriología, medicina interna, intensiva, neumólogos, infectólogos y enfermeras, entre otros, arriesgan su vida en la atención de estos pacientes, quienes liderando el primer frente de batalla contra esta epidemia, sobresalen allí los excelentes profesionales que tenemos y de los cuales nos debemos sentir orgullosos.

Así mismo, las autoridades de Policía, Ejército, Fuerza Aérea y Armada Nacional han entrado en un periodo de acuartelamiento y vienen asegurando que las órdenes del Gobierno nacional se cumplan a cabalidad, sin abandonar la seguridad nacional y la defensa del territorio. Por cierto, ante el despliegue de la Fuerza Pública, los grupos disidentes y al margen de la ley han visto limitadas sus acciones criminales.

No obstante, hay otros seres humanos que a diario exponen sus integridades físicas para mantener en tranquilidad y apoyar el aislamiento social y que pocas veces reconocemos. Hablo de los funcionarios de las empresas de recolección de basuras, de las compañías de acueducto, gas domiciliario, energía eléctrica; los trabajadores de las plazas de mercado, de los supermercados y panaderías, de los domiciliarios. También de las personas que hacen el aseo en los conjuntos residenciales u oficios varios y de aquellos que están en cuarentena cuidando a ancianos o en otros albergues, entre otros tantos ciudadanos valerosos.

En fin, una de las lecciones del coronavirus, es que precisamente esas personas y actividades que a menudo son subvaloradas y por otros menospreciadas, son las que hoy se exponen a ciertos riesgos de contagio y sostienen esas restringidas comodidades con la que aún podemos disponer en medio de este aislamiento. A ellos muchas gracias.

MIGUEL ÁNGEL BARRETO CASTILLO

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