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Por estos días se escuchan juicios inquisidores y manipuladores sobre el manejo de la emergencia que propenden más por la división antes que pensar en las soluciones de problemas reales y profundos. Aquellos que son tan hábiles en las críticas tienen pocas dosis de pragmatismo y cuando han hecho uso del poder poco o nada aportaron al desarrollo del país o de las regiones.
No obstante, el escenario actual es de una complejidad inédita y extraordinaria, y requiere una enorme voluntad y un gran impulso de la capacidad colectiva para salir adelante. No hay recetas mágicas y aquello de reinventarnos como sociedad debe ser entendido como una urgencia. Los últimos datos de empleo fueron desastrosos y muestran la dimensión de la emergencia social en la que estamos inmersos.
Tan solo en Ibagué, el indicador llegó a 25.1%, siendo la tasa de desocupación juvenil la más preocupante con un 37.7%. Las personas que no tienen trabajo se calculan en más de 60 mil. El freno en la demanda de bienes y servicios, la disminución de las remesas y el cierre de más de 881 empresas son indicadores nefastos. La caída de la economía del país sería de 5%, según datos de los organismos multilaterales en el mejor de los casos.
En medio de este escenario, desde el Congreso venimos articulando una agenda con los gobiernos nacional, departamental y municipal para implementar los programas de apoyo que reduzcan el impacto negativo de la crisis sanitaria. En este proceso ha sido muy acertada la comunicación directa con el ministro de Comercio, José Manuel Restrepo, pues dentro de las prioridades de esta cartera se encuentra la recuperación y protección de los sectores textil-confecciones, el calzado y las manufacturas, tejido empresarial que va desde las famiempresas hasta las grandes compañías.
Así mismo, se propende por dotar de liquidez a las empresas afectadas y proveerlas de mecanismos de reconversión tecnológica, reactivar la oferta y la demanda, así como avanzar en la apropiación digital, las nuevas tendencias de consumo y reorientar el servicio al cliente. En el caso de SenaInnova se habilitó una importante línea que financia en 50% (hasta 200 millones de pesos) los proyectos que eleven la productividad y garanticen la empleabilidad.
Sin duda, en el segundo semestre y cuando baje el pico de contagio habrá que alistar el turismo con estrictas medidas de bioseguridad e impulsar nuevamente el sector aéreo que está esperando solamente la autorización final del Gobierno nacional para tomar vuelo nuevamente.
También sigue avanzando el proyecto ante el Ministerio de Hacienda, en el que Tolima e Ibagué quedan incluidos en el régimen de las Zonas Económicas Sociales Especiales (Zese) para estimular inversiones de carácter industrial, agrícola y pecuaria, y comercial, con beneficios en la tarifa del impuesto de renta y en la retención en la fuente. En el caso de la capital tolimense, se continuará insistiendo en el Sistema Estratégico de Transporte (Setp) a pesar de las difíciles condiciones en que quedarán las finanzas de la Nación.
En el caso de Boyacá, con el concurso de Corpoboyacá y la Gobernación de ese departamento, se procederá a establecer una ruta de atención para cientos de mineros artesanales que además de estar en precarias condiciones, requieren formalizar sus labores y retomar una hoja de ruta que les permita trabajar en condiciones seguras y exportar sus productos. En el ámbito nacional hemos iniciado una defensa de los artistas y la industria musical frente a los desaguisados de Sayco-Acinpro.
Desde el partido Conservador seguimos comprometidos en la lucha contra el narcoterrorismo en todas sus formas y la minería ilegal. La nueva realidad del país requiere hoy menos populismo y más compromisos ajustados a las nuevas realidades y desafíos.
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