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Pero faltan acciones. Hace poco me reuní en Santa Marta con los empresarios de Cotelco (la Asociación Hotelera y Turística de Colombia), quienes demandan soluciones para este sector, que es pieza angular de la reactivación económica.
Debemos impulsar el turismo doméstico, hacer que la gente se enamore de su país. El turista mueve divisas también y es importante pensar en políticas públicas que atraigan otra vez a los extranjeros que tanto se maravillan con lo biodiversos de nuestros territorios y la amabilidad de nuestra gente. El recurso humano del que está hecho Colombia es el patrimonio que nos identifica afuera, y no podemos darnos el lujo de desperdiciarlo en estos momentos.
Hay que aplaudir al Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, MinCIT, por la promoción permanente del turismo nacional e internacional, y por los programas que lidera para darle el estatus de turismo competitivo y sostenible. Debemos secundar estas iniciativas. Cada colombiano debe ser un embajador. Quienes tienen la posibilidad de salir deben contarle al mundo de nuestras potencialidades geográficas, nuestra historia y toda la riqueza que nos atrapa de manera exótica entre dos océanos.
Hagamos que más turistas se sientan tentados a descubrir nuestro Macondo del realismo mágico. Atendamos el llamado de la naturaleza para apropiarnos de los parques nacionales con respeto por el entorno y su fauna. Sé de buena fuente que el turismo hacia estos paisajes maravillosos disminuyó un 31,9% el año anterior pero tengo la confianza que los índices positivos irán dejando atrás el pesimismo.
Hay cifras que nos permiten ser optimistas.
El MinCIT también reporta buenas noticias, soportadas en cifras recientes divulgadas por el Dane. “Entre enero y diciembre de 2021, la ocupación en los alojamientos hoteleros de Colombia fue de 40,8%, es decir, 10,9 puntos porcentuales por encima del 2020. Las mayores ocupaciones entre enero y diciembre se presentaron en destinos como San Andrés con el 63,2 %; Cartagena con 51,7 %; y Caribe con 46,5%”.
Por otro lado, según datos de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo, IATA, durante el año 2021 la reactivación aérea colombiana movilizó 30.531.412 pasajeros y 835.564 toneladas de carga, en tanto que el año cerró con 97 nuevas rutas aéreas nacionales y 90 internacionales aprobadas, muy a pesar del alza en los combustibles, lo que depende del precio del petróleo e impacta de manera directa en el costo de los tiquetes y, por lo tanto, en el bolsillo de los viajeros.
La misma fuente nos cuenta que hay 74 acuerdos aéreos firmados que le permiten al país nuevas posibilidades de conectividad con estados en diferentes partes del mundo.
Vamos por buen camino. Hay que reconocerlo, porque si bien en 2020, primer año de la pandemia, el tráfico aéreo de vuelos regulares nacionales e internacionales cayó 68,7% frente a 2019, entre enero y noviembre de 2021 aumentó 135,3%, según lo reportado por MinCIT.
Hay que repensar a Colombia desde el turismo y eso significa escuchar los reclamos de quienes representan a la industria, para revisar cargas impositivas y, como ya lo he dicho hasta el cansancio, darles vida a las vías terciarias porque el turismo no solo se hace en las grandes ciudades ni únicamente por avión. El turista también se desplaza por tierra hasta donde una vía en buen estado se lo permita.
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