Una institución confiable para los colombianos

Miguel Ángel Barreto

Aprovechar cualquier error verbal o técnico se ha convertido en una práctica de un segmento poblacional, por cierto muy fuerte en redes, para satanizar y destruir la institucionalidad en Colombia. 
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Ha pasado con la Policía, el Ejército, el Bienestar Familiar y más recientemente con la Registraduría Nacional. No escudo los errores de nadie ni los propios, pero en todo sistema existen anomalías, fallas o seres humanos que no actúan consecuentemente con sus obligaciones o deberes, pero no por esto se debe aplicar un discurso de ‘tierra arrasada’.

Que la Registraduría tiene falencias, obvio que sí, pero desacreditar una de las instituciones más eficientes del país, que incluso es modelo en América Latina, es un craso error. 

La palabra fraude electoral es injusta desde todo punto de vista. En primer lugar las mesas de votación contaron con abundante personal, seguramente de diferentes vertientes ideológicas, lo que generó una autorregulación en el conteo. 

Adicionalmente hubo en todos los puestos de votación los respectivos testigos electorales. Las misiones y veedores internacionales no han mencionado ninguna conducta fraudulenta que deslegitime la jornada del 13 de marzo. 

No obstante, los amigos de los escándalos presentan el tema como si en Colombia se hubieran robado las elecciones con el único ánimo de desestabilizar la opinión pública. 

Reitero, hay errores y temas por corregir, especialmente con el manejo del formulario E-14, pues fue evidente que no hubo tiempo suficiente para una adecuada capacitación y su manejo se volvió tedioso y engorroso para los jurados. 

Si existieron conductas inadecuadas que se adelanten las investigaciones y las sanciones pertinentes, pero no caigamos en señalamientos genéricos y de pobres argumentaciones que sólo buscan aumentar la polarización y las tensiones políticas. Evitemos exageraciones que destruyen la confianza y la imagen del país. 

Hablando de institucionalidad, y como parte central de esta columna, me referiré al Partido Conservador Colombiano, PCC. Con más de 2.213.000 votos al Senado y 2.050.000 a la Cámara nos seguimos consolidando como una fuerza histórica y decisiva en el entorno político de Colombia. 

De forma categórica el PCC se ha comprometido con el manejo responsable de la economía, ha defendido el empleo nacional y dictado leyes para garantizar la libre competencia en condiciones de equidad y respeto. 

Igualmente, profesamos un inmenso respeto por la vida y siempre se han tendido puentes de diálogo en los momentos más críticos de la Nación. 

El PCC es una institución confiable porque establece una comunicación permanente con los territorios, sus líderes y comunidades, además gestiona esas dificultades ante el Ejecutivo y desde el Congreso se impulsan leyes para propender y avanzar por una mejor calidad de vida de toda la Nación. 

Tan significativo resultado en las urnas demuestra también que estamos en sintonía con el productor del campo, con los ciudadanos en las urbes y especialmente con los jóvenes y sus ganas de renovación.

Un Conservador es antes que nada un ser sensato, que apuesta por los valores ciudadanos, el orden, la familia y la seguridad. No come entero, es pragmático, no se deja deslumbrar por cantos de sirena, no cae en posiciones extremas, argumenta, no se lo ganan con posturas populistas, es responsable, equilibrado, trabajador y es un defensor a ultranza de los valores democráticos. Esa es la fuerza que sumamos en el Congreso y con la cual contamos para seguir trabajando en los siguientes cuatro años. 

El PCC es el partido de las puertas abiertas, de los grandes aportes legislativos y la institución política más confiable para todos los colombianos. Gracias por creer en nosotros.

Miguel Ángel Barreto Castillo.

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