Alzheimer y demencia senil

El alzhéimer y la demencia senil son enfermedades sufridas por 35 millones de seres humanos. No respetan nacionalidad, origen, abolengo, ascendencia, apellido, profesión y, en ciertas ramas de familias ni siquiera la edad, por lo cual cualquiera las puede experimentar.

El alzhéimer y la demencia senil son enfermedades sufridas por 35 millones de seres humanos. No respetan nacionalidad, origen, abolengo, ascendencia, apellido, profesión y, en ciertas ramas de familias ni siquiera la edad, por lo cual cualquiera las puede experimentar. Inician conservando la memoria del pasado y olvidando la reciente, es decir, no se vuelven a almacenar recuerdos. Progresivamente, la persona se desconecta de la realidad porque va perdiendo motricidad, lenguaje, capacidad de razonamiento y también la memoria antigua.

 Es una situación triste, dolorosa y desgarradora para la familia, puesto que, son enfermedades que simulan un telón que desciende lentamente con pensamientos inexpresados, porque en la oscuridad del intelecto se pierde el don de la palabra, se apaga la razón y se extingue la luz de las entrañas. Por momentos, el telón puede alzarse una migaja, mostrando un espíritu prisionero en un cuerpo que levita en un mundo que nunca volverá a reconocerse. Un espíritu que, amilanado y aterrorizado, desde su penumbra pide respeto, comprensión, paciencia, ternura. O, una caricia, una sonrisa, una palabra de hijos, nietos, hermanos y amigos.

 Por eso, me asombra que existan individuos, entre ellos, algunos periodistas radiales y el caricaturista de EL NUEVO DÍA, que no se si por ignorancia, desfachatez o insania se valieron del padecimiento “alzhéimer”, para rebajar, vituperar y estigmatizar al Gobernador. Un funcionario, que si fuese verdad que cometió algo indebido, se puede confrontar de muchas otras maneras. Pero jamás burlarlo, inventando que sufre esta afección delicada e impactante, que golpea lo más profundo del corazón de los pacientes y el alma de sus familias. 

Estos trastornos emergen hacia los 75, sin descartar que pueden aparecer hacia los 40. Se dejan notar sólo cuando sinnúmero de células cerebrales ya han muerto, dificultando recuerdos recientes, cambiando nombres y fechas con insistente repetición de frases. Entorpeciendo pensamientos y el reconocimiento de familiares y allegados. Es probable, que abuelitos, papás, tíos, suegras u otros familiares de los agresores, ya estén sufriendo la enfermedad.  No sería extraño, mi mamá tiene 91 años y la soporta desde hace 15. A una compañera de universidad le empezó cuando aún no tenía 45. Además, tengo varios allegados con familiares impactados. 

Todos los afectados de éste u otro padecimiento, merecen el máximo respeto. Luego, es inconcebible que los nombres de sus enfermedades se tome para agraviar. Entonces, como los ofendidos no tienen voz, sus familiares y amigos esperan que, quienes cometieron la afrenta si acaso les queda un ápice de humanidad, pidan excusas públicas por semejante ultraje. Y, que en vez de utilizar la palabra “alzhéimer” para desprestigiar, no olviden estar atentos a detectarlo, porque es un silencioso síndrome que inicia mucho antes que uno mismo o nuestros familiares lo adviertan.

Credito
AMPARO MARGARITA MORALES FERIA

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