PUBLICIDAD
Como siempre en este mundo hipertextualizado e infoxicado, el fulgor de la inmediatez hace que todo se quede en lo superficial y no en el fondo, no en la sustancia misma o como diría el “filósofo” cantautor Ricardo Arjona en una de sus letras, entender que Jesús es Verbo y no sustantivo.
Y fue precisamente a lo que apuntaló Francisco al reflexionar sobre esa costumbre cultural -que se había convertido en mito y luego elevado a la categoría casi de leyenda irremplazable-, respecto a que lo importante en estos llamados “días santos” era no comer carnes rojas, evitar la res, el cerdo, el cordero y hasta el pollo y solo comer pescado en todas sus presentaciones; tal vez porque a alguien se le ocurrió en un momento histórico particular y en un contexto propio dar “línea sagrada” sobre tal situación, y que eso era para no pecar o agradar a Jesús con tan supuesto supremo sacrificio.
El Papa Francisco en un acto de sinceridad absoluta, de total y entero razocinio y seguramente desde su capacidad de interlución orando y al poder discernir, eliminó de un tajo tan mala costumbre y creencia, para concentrar la labor de los cristianos en estos y todos los días por venir, en ser mejores personas, buenos seres humanos, más compasivos, mayormente generosos y no pensar que por dejar de comer esto o aquello son más santos que los demás o eso los convierte en seres superiores que puedan juzgar, señalar o menospreciar. Y creo que la lógica del Papa no tiene error alguno, al menos no se la veo.
Recuerdo que hace unos años en este mismo espacio de opinión, el suscrito había hecho una reflexión en tal sentido -claro, obvio, yo no soy el Papa ni más faltaba-; me había referido a ese sin sentido que tenía cargar de sentido inexistente el comer solo pescado de distintas formas, pero además hacerlo de manera desproporcionada, acompañado además de rumba, alcohol y otros excesos en la Semana Mayor, como si aquella vianda tuviera un significado real e importante en la fe y las misericordias cristianas.
O si quiera mantuviera alguna relación importante con las enseñanzas propias de Jesucristo. Por supuesto, rayos y centellas me cayeron por aquel tiempo. De apóstata, hereje, condenado, pecador y cuantas cosas más me dijeron y escribieron personas, incluso de mi círculo familiar y laboral; sobre el “atrevimiento” de decir que no solo de comer pescado se vive en Semana Santa ni mucho menos eso hace mejor ser humano a nadie.
Celebro mucho que el Papa Francisco con firmeza haya tocado ese tema, que lo sigo creyendo, siempre apunta es a la apariencia cómoda de la fe, y que al abordarlo se concentrara es en generar una reflexión profunda sobre el verdadero deber del cristiano por estos días de reflexión. Se trata de dar al que no tiene, de apoyar al desvalido, de ser bueno hasta con la naturaleza y en su sociedad. Por eso, lo reitero, no coma cuento, coma carne. Pero sea buena gente, un buen ser humano, no se mete en la vida de los demás, no pontifique ni dé lecciones de moral como si fuera Cristo mismo y ayude de corazón cuando pueda y el o que esté a su alcance. Feliz Semana Santa.
Comentarios