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La preponderancia y notoriedad lograda por parte de la Gobernación del Tolima con la Gobernadora, Adriana Magali Matiz y equipo de la Secretaría de Ambiente y Gestión del Riesgo, la Universidad del Tolima con profesores, investigadores, expertos y directivos versados en esta área como el Vicerrector John Méndez; Cortolima, con su directora Olga Alfonso a la cabeza; la Alcaldía con la propia Johana Aranda. Así como líderes ambientalistas y políticos de nuestra región como Renzo García y Martha Alfonso, que son firmes en la lucha por el ambiente, el agua y la vida, entre otros, al lado de figuras prominentes de las ciencias naturales, marca un hito histórico para el Tolima, en ese encuentro internacional que culmina el próximo jueves.
El Tolima abordó sin miedos ni complejos temas trascendentales como la participación de las comunidades indígenas y campesinas en la defensa y su apoyo a la conservación de la biodiversidad; estudios de campo realizadas con magníficos resultados por parte de docentes investigadores, el papel transcendental de los jóvenes en este aspecto, lo mismo que el de la mujer. Aportes que han sido ya registrados y recibido el aval por parte de pares expertos, académicos y conocedores de esta área, quienes destacaron el rol protagónico que el Tolima ha venido adquiriendo cuando se trata de hablar de naturaleza, ecosistemas, cuidado del agua, biodiversidad y defensa del ambiente.
Pero sin duda, lo más destacado en cuanto a logros es que se puso en la agenda de conversación y discusión en la COP16 por esas autoridades nacionales y extranjeras, de propios y llegados de otras latitudes, un asunto de vital importancia -literalmente hablando- para la vida de este lado del continente y del mundo entero: la Defensa de la cordillera de los Andes.
Fue una reflexión profunda y argumentada del porqué Colombia, Suramérica y el mundo, deben colocar como una de sus prioridades en el 2025 la “salud” y protección a esta cordillera de casi 8000 mil kilómetros de extensión, que cruza el continente atravesando siete países y sobre de la cual vivimos, aprovechamos, dependemos, explotamos y muchas veces maltratamos, 90 millones de personas.
Y es que los Andes plantea un enorme reto para la salud del mundo. Según lo ha estudiado el Fondo Mundial para la Naturaleza, o WWF por sus siglas en inglés, que dice que esta imponente cordillera tiene 31 millones de hectáreas de bosque, lo cual es crucial para el continente y todo el planeta.
Uno de los investigadores de la WWF, al parecer acuñó la frase de que si el Amazonas es el pulmón del mundo, los Andes son las venas. Por ejemplo, con las turbelas, que son importantes para la captura del carbono y la lucha contra el cambio climático. Incluso ya se sabe que almacenan más carbono que las de la propia Amazonía. Además, la cordillera contiene una variedad de páramos, bosques nublados y humedales, todos ecosistemas vitales para la subsistencia del hombre y demás seres vivos.
Los Andes son considerados un eje de regulación de todo el clima de Sur y centro américa. Y por si fuera poco, son los Andes invaluables para la seguridad alimentaria, la salud y nutrición mundial, ya que en sus tierras se cultiva la papa, la quinua, el frijol y el maíz en variedades inimaginadas y por millones de cultivos. También, esta cadena montañosa es patrimonio cultural e histórico. Allí, sobre sus áreas altas, se dan ocupaciones de la tierra de manera diferente, estilos de vida únicos, se desarrollan prácticas económicas culturales muy particulares, que dan ciertos estilos de vida a las etnias allí asentadas.
Pero los Andes, en la actualidad, enfrentan amenazas enormes como el mal manejo de la tierra y poca planeación en la misma. Desde el siglo XX muchas personas se movieron hacia la parte alta de las montañas causando presión y daño a los ecosistemas existentes.
La agricultura industrial, la ampliación de esa frontera junto a la ganadera, son grandes amenazas, inclusive para la soberanía alimentaria. Y para la producción del oxígeno, porque rompen las turberas y liberan carbono a la atmósfera.
El cambio climático también hace lo suyo para presionar la vida de los Andes y modificar su naturaleza. Por lo cual, se debe aumentar la gobernanza local con mayor gestión de las tierras, en especial en las partes altas.
Y lo más preocupante es que según la WWF existe un desconocimiento, en las ciudades andinas, de la dependencia que tienen sobre los ecosistemas que las rodean. Solo piensen en lo siguiente: hoy hay racionamiento de agua en Bogotá, En Guayaquil y otras ciudades ecuatorianas, la misma situación ya se vivió Perú y Bolivia hace unos años, todos porque no prestaron la atención debida a sus embalses ni a cómo evitar su secado protegiendo más la cordillera.
Así mismo, una de las mayores tasas de inequidad y pobreza extrema se dan en las poblaciones indígenas que viven en los Andes, lo cual debería cambiar en el siglo XXI.
Por último, pero no por ello menos importante, para la supervivencia de los Andes es un gran riesgo la extracción de minerales : “los depósitos de minerales en las montañas andinas son abundantes y diversos. En Perú está la mina de oro más grande de la región, en Bolivia está la tercera mina con más zinc y plata del mundo, y entre Argentina, Chile y Bolivia se forma el triángulo del litio, un lugar estratégico porque tiene alrededor del 70% de las reservas de este mineral, considerado como una gran fuente de energía limpia. Sin embargo, sus procesos de extracción e industrialización no son muy limpios. Generan altos consumos de agua, contaminación y desechos”, dicen apartes del estudio mencionado en este artículo.
En fin, en Colombia, los Andes son los responsables de mantener y generar más de 70% del PIB y proveen de agua y energía a la mayoría de los habitantes del país.
Por todo esto, que el Tolima, a través de la Gobernadora Adriana Magali Matiz, haya puesto en la agenda de reflexión y conversación de la COP la urgencia de salvar a Los Andes y voltear a mirarlo, sin duda es de lo más importante de la presencia de esta semana allí en Cali y de la gestión en la misma COP, para los tolimenses. Porque como se ve, la defensa de los Andes no es un capricho. Es una urgencia.
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