Por esas sencillas razones

Darío Ortiz

Hoy hemos sido convocados a las urnas para definir el futuro de los acuerdos de paz. Personalmente voto por el Sí porque no creo que tengan mucha validez los argumentos contra los acuerdos promovidos por quienes abusaron de su poder para hacer una negociación con las AUC a espaldas del país, hicieron votaciones ilegales para ser reelegidos, chuzaron a la oposición, defendieron a importantes militares y familiares hoy confesos narcotraficantes, tienen su cuota de culpa en la muerte de más de cuatro mil inocentes ‘falsos positivos’, organizan campañas basadas en la mentira, tergiversan videos y publicaciones ajenas, y contratan hackers o deshonestas campañas de desprestigio contra sus enemigos. Ellos con su accionar político y sus sucios negocios personales son el símbolo real de lo que en Colombia significa impunidad.

Pero entiendo que hay quienes tienen que votar por el No.

Si usted cree que no han bastado 50 años de guerra y ocho millones de víctimas, siga empujando con su voto muertos en los campos.

Si usted cree que Uribe y los cerebros que lo acompañan -como Paloma Valencia, que ni sabe que Pablo Escobar estuvo en el congreso, o María Fernanda Cabal, que piensa que los militares son asesinos a sueldo del Estado- harían algo mejor que el equipo negociador del Gobierno, vote por el No.

Si usted cree que otro acuerdo es capaz de acabar con el narcotráfico sin legalizar la droga o detener el consumo, el No es lo suyo.

Si usted cree que las mentiras del uribismo sobre las 26 curules de las Farc, la supuesta reducción de las pensiones y el aumento del IVA para financiar la paz o que es posible que exista la oligarquía de izquierda castrochavista por la que mañana Colombia es como Venezuela, ya sabe cuál es su voto.

Es posible que usted crea que éste es un país perfecto, así que hay que votar por el No para que nada cambie. Para que nuestros hampones políticos no tengan competencia en el congreso de exguerrilleros. Para que sigan llegando los heridos y amputados todas las semanas al hospital militar como era un año atrás y sigan las hileras de féretros de campesinos muertos y los millones de desplazados. Para que dementes estallen de nuevo bombas en aviones, iglesias y clubes, y que una gruesa tajada del presupuesto nacional se gaste en bala, en armas, en bombas.

Hay que votar por el No con convicción para que sigan poniendo minas en los campos de fútbol y en los caminos de las escuelas, para que la propiedad de la tierra no se defina y puedan seguir creciendo los latifundios de los acérrimos y enriquecidos defensores del No que se distribuyen a dedo los recursos del agro.

Porque si vota por el Sí, nada será igual y es probable que un país sin combates, sin minas, sin atentados, sin presupuestos de defensa millonarios, sin la excusa de la narcoguerrilla, y sin desplazados, se convierta en una nación irreconocible. Un sitio infame, donde se pueda retornar al campo y caminar de noche, contar las estrellas, tener un bohío, sembrar un bosque, envejecer en paz o morir de muerte natural.

Quizás por esas sencillas razones millones de sobrevivientes de la demencia nos disponemos a respaldar los acuerdos, el perdón y la reconciliación de todos los colombianos, a sabiendas que ya antes de las elecciones los personajes de siempre afirman en las redes que el Sí va a ganar por fraude, sin reconocer la derrota, sin cesar en su odio.

Comentarios