Elecciones americanas y geopolítica

Darío Ortiz

Hoy 8 de noviembre los norteamericanos elegirán su nuevo presidente en medio de una de las campañas políticas más sucias y controvertidas de su historia y en uno de los momentos de mayor tensión internacional por décadas.

El cambio de mandatario en los Estados Unidos habitualmente es motivo de seguimiento y especulación debido al poder y la influencia de éste país en la economía y la política mundial, sin embargo, en ésta oportunidad la crisis económica, el tema petrolero, y sobre todo la situación en oriente medio hace pensar que muchas cosas pueden depender en el mundo del próximo presidente.

No pienso aventurarme en dar una opinión sobre quien vencerá en esa reñida disputa, ni cual conviene más que sea elegido, sino hacer un acercamiento a la complicada situación que ha de enfrentar ante lo que se ha comenzado a llamar “La nueva guerra fría”, término acuñado en el 2003 por el geopolitólogo Joseph Stroupe.

Para Stroupe la amenaza para la paz mundial es producto de una serie de estrategias destinadas a controlar la energía nuclear y los recursos energéticos, principalmente en oriente medio, por parte de las grandes potencias occidentales que los pone en confrontación directa con algunos de los países productores de petróleo como Rusia, (tercer país más productor de petróleo en el mundo y segundo de gas natural); quienes más lo necesitan como China (gran productor de petróleo que consume mucho más de lo que produce); o quienes tienen las mayores reservas como Venezuela, Rusia, Iraq, Irán etc.

Aunque el tema suene a videojuego o a película de acción, los acontecimientos precipitados en los últimos años han hecho desempolvar las teorías de Stroupe ante la creciente histeria de la nueva guerra fría y el consecuente temor de una Tercera Guerra Mundial, que para algunos analistas ya está disparando sus primeros tiros en territorio Sirio.

Allí una compleja guerra civil que ha dejado miles de víctimas y millones de desplazados enfrenta a las tropas del gobierno del Presidente Sirio Bashar Al-Asad apoyadas principalmente por Rusia contra un alzamiento rebelde de diversos grupos militares e islámicos apoyados por Estados Unidos.

Vendida al mundo por la prensa occidental como la tradicional lucha de la democracia, que impulsan los rebeldes, contra la dictadura que representa el gobierno es un nuevo capítulo de una guerra subsidiaria en la que las potencias utilizan a terceros para su beneficio como lo fueron la de Vietnam , la de Corea y en general todos los conflictos de la antigua guerra fría.

Con el gobierno Sirio y su presidente Bashar al-Asad, que ha sido refrendado electoralmente en su puesto tres veces (2000, 2007 y 2014) pero que evidentemente representa la continuación del mandato de su padre que gobernó casi tres décadas, se alinea no solamente el tradicional aliado de Siria que es Rusia sino también Iran, con el respaldo de Venezuela, Armenia, Bielorusia, Cuba y China además del apoyo armamentístico de Corea del Norte. Los rebeldes tienen el apoyo militar de Estados Unidos, Francia, el Reino Unido, Alemania, Turquía y varios países de la liga árabe.  La lucha contra el Estado Islámico, un tercero en discordia, quien aprovechando la guerra civil se ha hecho con el control de medio país es el único punto en común de las potencias enfrentadas que ahora tiene abiertamente a Iraq en la contienda.

Además de Siria las dos grandes potencias se pelan los dientes con el tema de Ucrania, país tradicionalmente de influencia rusa qué cuenta con el segundo ejercito más grande de Europa y que cambios recientes lo han llevado a acercarse a la OTAN liderada por Estados Unidos lo que ha ocasionado rebeliones armadas de independentistas y que la provincia de Crimea vote democráticamente su separación de Ucrania y anexión a Rusia, situación que enfrentó las posiciones de Obama y Putin llevando las relaciones diplomáticas al punto más bajo desde la guerra fría ocasionando, entre otras, la reactivación de su programas nucleares.

Así que mientras los norteamericanos eligen entre las promesas de dos probados mentirosos, una flota de ocho barcos de guerra rusos van al mediterráneo oriental camino de Siria para bloquear cualquier acción de la OTAN, a la vez que una fragata de guerra China protege el puerto Sirio de Tartus de la aviación americana y los lejanos espectadores cruzamos los dedos esperando que sobre todas las opciones se elija la sensatez. 

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