Existen situaciones que nos pueden ocurrir de manera inesperada o permanente en el tiempo, que pueden amenazar nuestras vidas o nuestra integridad física o emocional, generando en nuestro interior una respuesta de estrés extremo.
Desde niños la sociedad y la cultura nos han vendido la idea de un amor de pareja ideal, de cuento de hadas y para toda la vida, y siguiendo ese patrón, la gran mayoría de personas al momento de unir sus vidas, bien sea a través de un matrimonio o de un pacto de palabra, se van a vivir juntas, esperando que esa ilusión dure toda la vida.
Si lleváramos una gota del mar a un laboratorio para analizar su composición química, encontraríamos que contiene básicamente hidrógeno, oxígeno y cloruro de sodio: la misma esencia del mar. Pero, al separarla del mar, la gota pierde su fuerza a pesar de tener la misma composición molecular. No es el océano y seguramente se evaporará, cambiará de estado.
La vida es un total misterio. Hoy la tienes y en un segundo la puedes perder. Es sorpresiva, incierta, sutil, espontánea, etérea, es como un hilo que en cualquier momento se puede romper. Y nosotros probablemente en lugar de estar disfrutando plenamente, sin miedo, cada instante que ella nos da, bailando a su ritmo natural y al compás de la música que emana de nuestro corazón, podemos estar desperdiciando tiempo valioso y sagrado escuchando el ruido proveniente del exterior, tratando de controlar, manipular y cambiar todo lo que sucede afuera de nosotros.
La vida es un total misterio. Hoy la tienes y en un segundo la puedes perder. Es sorpresiva, incierta, sutil, espontánea, etérea, es como un hilo que en cualquier momento se puede romper.
¿Qué es lo que más proteges en tu vida, con quien estás antes de acostarte, revisas que se encuentre bien, el primero que saludas al despertarte, lo cuidas día a día y estás pendiente de que siempre esté a tu lado, si se cae lo levantas cuidadosamente y lo proteges y si se llega a perder puedes enloquecer de la angustia?