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Cuando esto sucede, se puede crear un trauma y el impacto que él tenga en nuestras vidas puede variar de acuerdo a la gravedad del evento, a la personalidad de cada quién y a la manera en cómo lo enfrentemos y procesemos.
Sin importar si hemos pasado por accidentes graves, agresiones físicas, pérdidas de seres queridos, violencia doméstica, violaciones, terremotos, guerras o cualquier evento que nos haya impactado profundamente, la realidad es que si podemos sanar cualquier secuela que nos haya dejado dicho evento en nuestra salud mental.
La gran mayoría de personas que han pasado por ese tipo de situaciones, inconscientemente sienten que no merecen sanar y hay tanta vergüenza por lo sucedido, que entran en un círculo vicioso de lástima y baja autoestima en el que pueden girar por años y años. Al suceder esto, muchas personas pueden vivir en estados profundos de depresión y ansiedad, sin entender cómo poderse sanar.
El estudio de la neurociencia, con todos sus avances, nos lleva a abordar la curación de un trauma desde una perspectiva biológica y neuropsicológica. Si has sufrido de un trauma y sientes que nos has podido sanar o si tienes a alguien cercano que lo haya sufrido, puedes revisar algunas estrategias que te pueden ser útiles:
-Identificar si estás sintiendo lástima de ti mismo. Debes revisar si estás sintiéndote víctima de lo que sucede en tu vida y si sientes lástima de ti mismo. Al aceptar que es así, estás dando el primer paso a tu sanación.
-Cambiar la forma de ver lo sucedido: Esto implica abordar y reinterpretar la memoria traumática desde una perspectiva diferente, más adaptativa, entendiendo que todo lo que sucedió tenía una razón para crecer interiormente.
-Manejar mejor tus emociones: Para esto, debes entrar en el campo de la meditación y de técnicas de relajación, ya que ellas pueden tener un impacto positivo en la actividad de la amígdala y en la respuesta al estrés.
-Fortalecer la corteza prefrontal: Debes realizar actividades que involucran la corteza prefrontal, como la toma de decisiones consciente y la autorreflexión.
-Trabajar tu cerebro para que cambie: La plasticidad cerebral permite la adaptación y el cambio en el cerebro. La participación en actividades que promueven la plasticidad cerebral, como nuevos aprendizajes, ejercicio físico y la participación en experiencias diferentes y positivas, puede facilitar tu recuperación.
-Creer en tu poder sanador: Tienes la capacidad de recuperarte y adaptarte pero muchas veces no lo crees. Desarrollar esta capacidad, llamada resiliencia puede cultivarse a través del apoyo social, la conexión interpersonal y el desarrollo de habilidades de afrontamiento.
-Abordaje de síntomas físicos: Buscar estrategias que aborden los síntomas físicos asociados al trauma, como el insomnio y la tensión muscular, las cuales pueden incluir técnicas de relajación, ejercicio físico y enfoques de autocuidado.
La vida está llena de recuerdos y emociones y de ti depende convertir esos sucesos negativos en positivos, viéndolos desde el aprendizaje y la enseñanza o quedarte en lo negativo y sentir que tu vida no tiene sentido.
Lo más importante en esta recuperación es lograr encontrar de nuevo un sentido de conexión con tu interior, dejando de lado la vergüenza, la lástima y el sentimiento de auto castigo por la culpa que te hace sentir lo sucedido. Lograrás sanar las heridas y fracturas del pasado cuando recuperes tu conexión con tu esencia divina, que es el amor, ya que el miedo desaparecerá y resplandecerá de nuevo la alegría de vivir.
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