Un pacto con las mujeres

En pocos días se celebrará el día internacional de la mujer, una fecha que vive en la memoria de la humanidad, ya que mas allá de recordar un hecho fatídico que cobro la vida de mas de un centenar de mujeres trabajadoras,

es un día simbólico que recuerda el largo y dificultoso trecho que han tenido que recorrer las mujeres por lograr un empoderamiento social, económico y político, o por lo menos una mediana garantía de sus derechos. En el pasado, el hecho de ser madre soltera, de no guardar las mas altas normas de recato, o la virginidad para sus esposos, eran consideradas faltas graves a la moralidad y pecados dignos de castigos físicos, sicológicos o de exclusión social. Esto sumado a la costumbre de una sociedad varonilmente comandada que concebía a la mujer como un ser de inferiores capacidades para trabajar, razonar, y gobernar.

Paradójicamente, aunque en nuestro tiempo se han superado la mayoría de estas condiciones, todavía hay naciones en el mundo que privan o restringen los derechos de sus mujeres; practicas como la prohibición del voto femenino, la negativa a permitirles estudiar en escuelas y universidades o trabajar en actividades fuera del hogar, la exigencia de ocultar sus rostros y vestir bajo parámetros establecidos, entre otros, deja entrever que aun hay importantes conquistas por alcanzar. Sin embargo, hoy en día preocupan mas los hechos que se presentan en países como el nuestro, en el que supuestamente todos los derechos están garantizados para las mujeres; el abuso sexual, el maltrato físico y psicológico, el control desmedido por parte de la pareja y la relegación a las formas de trabajo mas vulnerables y peor remuneradas, están convirtiendo nuestros territorios en zonas no garantistas de los derechos de nuestras mujeres. Las estadísticas de Medicina Legal reportan alarmantes cifras que indican que cada día son mas frecuentes los casos de violación, maltrato y homicidio en los que las victimas son las mujeres; lamentablemente el alcohol, las drogas, la dependencia económica, la inferioridad académica y una odiosa cultura retrograda se han ensañado en contra de Ellas, menguando la posibilidad de eliminar las históricas desigualdades que han existido entre los géneros.

El asunto no es de poca monta, debemos entender que la mujer es la base de la familia y esta ultima la base de la sociedad y que seremos todos los afectados en caso de continuar permitiendo que se vulneren sus derechos; de manera pues, que si queremos apuntarle a un desarrollo sostenible, necesitamos esforzarnos por brindarles una vida libre de cualquier forma de violencia, fortalecer los mecanismos legales para garantizarles sus derechos, contribuir en una educación con calidad y equidad, incentivar la identificación y denuncia de casos que atenten contra la equidad de genero, y aplicar todo el peso de la ley sobre quienes intenten maltratar o abusar de nuestras mujeres. Nos corresponde entonces, asistir a la responsabilidad  de apropiar una cultura de respeto y valor por las hijas, hermanas, madres, abuelas, novias, esposas y compañeras, que llenan nuestros días de amor, comprensión y felicidad; para que de esta manera engalanemos nuestro Tolima con actitudes afirmativas hacia la mujer, con coqueteos sinceros de  consideración y respeto por sus derechos y con el deseo inmenso de hacer un pacto sagrado con nuestras queridas Mujeres para que siempre sean tratadas como las reinas que son.




Credito
CESAR PICÓN.

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