Sergio Cabrera, reconocido cineasta colombiano, tuvo el acierto de reconstruir para un canal de televisión la macabra historia de un abogado boyacense que a mediados del siglo XX combinó el litigio con la corrupción, la politiquería y el crimen.
Como lo registró en las páginas del diario El Tiempo el cronista judicial Felipe González Toledo, Buenaventura Nepomuceno Matallana no solo era prodigioso en el arte de la mentira, el cinismo y la zalamería, sino que utilizó lo que pudo aprender de leyes cuando laboró como secretario de la Alcaldía de su municipio natal (Caldas) para amasar envidiable fortuna a costa de temor, sangre y lágrimas de sus clientes.
Protagonizada por Enrique Carriazo, millones de colombianos desde el primer trimestre de 2014 no perdieron segundo a esta serie televisa del “afamado abogado que en los años 40 del siglo pasado se codeaba con la élite bogotana, incluida la clase política de la que hacía parte el líder liberal Jorge Eliécer Gaitán”, como lo definió con posterioridad su director.
El doctor Mata, como lo apodaron los medios de comunicación en sus crónicas, llegó a Bogotá en 1930 e instaló su oficina de abogado en pleno centro de la ciudad (Edificio Restrepo) y allí estuvo hasta que emprendió su periplo como reo en las cárceles de Tunja y Bogotá, hasta que lo sorprendió la muerte el 27 de enero de 1960 purgando una de sus condenas.
Se resaltó de él su “inusual cinismo” ante sus clientes, jueces y periodistas, lo que le permitía mantener oculta su pervertida ambición y personalidad.
Solo la malicia indígena de una humilde joven boyacense (Mercedes) que perdió su amante a manos de Matallana y la astucia y persistencia de un investigador judicial (Capote) lograron derrumbar el castillo de corrupción e infamia construido por este “lame suelas” como solía calificársele.
Aunque me perdí gran parte de los capítulos de la serie, un casual episodio de trabajo profesional me llevó a interesarme de nuevo y con mayor profundidad por la historia.
Tuve a bien indagar en la oficina de contratación de la Alcaldía de Ibagué por algunos procesos de contratación pública de los Juegos Deportivos Nacionales y un funcionario (a) de esta dependencia me informó: Esos documentos no se los podemos mostrar porque los maneja directamente el doctor Mata.
Sorprendido le pregunté: ¿Y quién es el doctor Mata? Y el servidor (a) público me respondió: Usted lo conoce. Es el abogado y asesor personal de Luis H.
No tuve que hacer mucho esfuerzo para descubrirlo. El parecido físico de uno de sus asesores con el personaje, su cuestionado ejercicio profesional, su cercanía con el poder político y ser oriundo de un municipio tolimense en el que también fue secretario de despacho, no dejaban duda alguna.
Sin embargo a Nepomuceno Matallana lo salvó el limpio antecedente judicial de que aún exhibe su infortunado par.
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